miércoles, 23 de marzo de 2011

El lago Michigan

Algunas líneas escritas hace algunos años cuando me tocaba convertirme en habitante de la ciudad de los vientos...

¿Cómo están amigos allá en la Argentina? Por mi parte van bien las cosas, metido en la cursada y en los trabajos prácticos de cada materia. Y todavía no terminé de llegar, quedan trámites por hacer, como abrir una cuenta bancaria y sacar tarjeta de crédito para empezar a contar con "credit history", extrañísima categoría con la que las bases de datos de bancos, compañías de seguros y medicinas prepagas clasifican el buen o mal comportamiento de los gauchos que andan por acá.
 
Sería muy aburrido contarles qué materias estoy cursando, sobre todo con un lago como el que hay acá a unas cuadras, que he frecuentado todo este tiempo. No puedo dejar de dedicarle algunas palabras.
 
La primera llegada al lago  fue un encuentro geográfico. Como un Colón al revés llegando por tierra al agua del lago grande que en el mapa abunda en celeste. Tal momento cumbre ameritaba probar el líquido, a ver si era cierto que no se trataba de un émulo occidental del Caspio. Efectivamente el agua es para mate nomás, y mucho mate. Eso sí, como la del nuestro  Nahuel Huapí, necesita un rato más al fuego que la de la canilla, porque está helada. Y ya que nos acordamos del lago de egresados, no está demás decir que si en sus profundidades habita el Nahuelito, el lago Michigan merece un Nahuelazo. Y no hablo de un movimiento social encabezado por un tal Nahuel, más digo que a gran lago gran mito. Es raro que todavía no hayan echando mano al mito lacustre para traer turistas o construir todo un museo dedicado a la periferia de algo que no existe. Si existe un museo de la Coca-cola en Atlanta.....aunque me cuentan que vale una visita...
 
¿Un lago grande, es un mar? ¿Un mar dulce? Perdón Solís, pero no estoy de acuerdo. En la costanera de selecta Evanston hay una senda para deportes, y voy a correr ahí seguido. También me he pasado alguna que otra tarde recordando tangos en las pequeñas playas del lugar. El paisaje lo presiden las olas, por vista y oído. Y la respuesta a la pregunta vienedespués de varios días de ver que al lado de los caballos de Mar del Plata, en las playas del Michigan no hay más que corderitos mansos rompiendo, que entristecen al más entusiasta surfista. Unas olitas hay, una tristeza! Alfonsina nos hubiera dejado muchas más poesías (me falta empezar a leer las que nos llegaron)  ...las mismas olitas del Nahuel Huapí,  las tenemos acá, en este lago que se escapa hasta donde alcanza la vista. Conclusión: con mucha agua hasta el horizonte no alcanza . Cuando digo mar necesito olas de esas que a los 8 años son un desafío traspasar. Como las olas que en alguna playa le dieron dos palizas seguidas a mi hermana Carolina , antes de que yo la rescatara. De nada. Juro que en el lago Melinquina, Neuquén (creo que el monumental es más grande) vi olas con más polenta.
 
Y por si esto no te convenciera estimado Solís, lo que le falta al paisaje del Michigan, para ser mar, es el andar pesado y recto de los barcos del ultramar. Con eso hasta te diría que nuestro río, digo río, de la Plata se acerca algo más a ser lo que vos decías. Pero mirando desde Evanston los edificios del centro de Chicago, a la distancia, se hace desear algo así como un puerto. Con nueve millones de personas recostadas sobre el lago, el agua despoblada es un paisaje contrastatemente luctuoso. Los fines de semana, a modo de tímida colonización, los puntos blanco de las embarcaciones deportivas desdibujan algo el límite entre agua y tierra. La presencia de Chicago a la vera de aguas no navegadas me hace pensar como sería Lisboa antes del descubrimiento de América. Pero acá el paisaje engaña, porque la otra costa no se ve, pero está a la vuelta de la curva global. En verdad, nadie se mete allende, porque no hay allende a donde ir.
 
Así que al pan pan, y al Michigan lago.  Y al Michigan lo quiero así, grandote, mansito y medio despoblado como está, porque, como los lagos de Palermo, es perfecto para acompañarme un rato mientras corro.
 
original de octubre de 2007