viernes, 5 de octubre de 2012

Enseñanzas de la campaña electoral en los EEUU

En la Argentina el sistema de partidos políticos no está en su mejor momento. Este artículo evitará contribuir con otra opinión sobre el tema, pero sí es conveniente ver que en una democracia sólida los partidos pueden contener heterogeneidades de gran importancia. Ver cómo se manifiestan los fuertes matices marca un nivel de diversidad que podría ser necesario admitir para reconstruir la participación pública en el Plata.


Artefactos como youtube permiten contabilizar, al menos en forma parcial, el interés por una temática, una canción o un discurso. Las intervenciones de los oradores de las convenciones de los dos partidos políticos nacionales de los EEUU están disponibles en youtube, cargadas por las propias organizaciones y aparatos de difusión. La cantidad visitas a los distintos discursos parecen ir en paralelo con la cohesión interna de cada partido, el carisma de los candidatos y los argumentos elegidos como caballos de batalla.

Ya hemos sabido que el discurso de Romney fue precedido por una bizarra pero no por eso más cómica intervención de Clint Eastwood ( http://www.youtube.com/watch?v=yoqKdWY692k ), generando críticas en el partido porque esto habría restado brillo al candidato. Esto fue rigurosamente cierto. El poco ocurrente diálogo con un Obama ausente ha tenido ya más de dos millones de visitas, nueve veces más que el cierre, a cargo del propio Romney. Pero el mérito no puede atribuirse sólo a Eastwood. Marco Rubio, que habló inmediatamente antes, acreedor del podio por ser Hispano, demostró que más lo merecía por elocuencia, y el discurso de la misma Ann Romney, circunscripto a un lenguaje emotivo sin connotaciones de policy, ha recibido más visitas que el de su esposo. Podría decirse entonces que el poco lucimiento de Romney entonces estuvo a cargo de todo su partido.

Bill Clinton intervino en una de las primeras jornadas de la convención demócrata, logrando absorber la atención con un discurso de más de cuarenta minutos (http://www.youtube.com/watch?v=i5knEXDsrL4 ), y que junto al State of the Union Speech de este año ( http://www.youtube.com/watch?v=6Tlp9Gx4lfo ) trazan un diagnóstico accesible de la escena política estadounidense. La intervención del ex-presidente ya se acerca a las seis millones de visitas. Me expongo por hacer esta recomendación doblemente demócrata para resumir un panorama general. Podría agregar la actuación de Newt Gingrich en el debate de noviembre del año pasado, pero eso exigiría el lector filtrar muchas afirmaciones, bastante menos acertadas, de los otros pre-candidatos. La imposibilidad de recomendar uno o dos discursos republicanos prueba el problema de este partido para establecer un alineamiento interno. Sin esto es imposible transmitir capacidad de gobierno a una sociedad.

Sean válidas o no sus consignas fuera de su país de origen, el Tea Party ha sido una manifestación de que existe una parte de la sociedad estadounidense no representada adecuadamente. El fenómeno ha sido complejo, pero me atrevo a sintetizarlo: lejos de constituir una manifestación de tipo partidario, se relaciona con una característica sociológica, el sentido individual, y su relación con la intervención de las estructuras de gobierno en la vida pública. Estando fuera del gobierno, Obama capitalizó el desgaste de la política exterior de Bush, y estando fuera del gobierno los Republicanos capitalizaron en 2010 el voto de individuos superados, puntualmente en ese momento, por la implementación de un sistema de salud socializado. Los primeros intentos de Obama de aprobar esta reforma en el Congreso del país chocaron también con la resistencia de legisladores demócratas, prueba de que la dimensión individual en los Estados Unidos cruza todos los matices. 

La captura del voto del heartland, dejemos de lado el término tea party, en 2010 pudo realizarla el partido Republicano con nuevos rostros, exentos de una reputación y dispuestos a sostener consignas que no había sostenido McCain en 2008. Uno de los íconos en este sentido fue Christine O'donnell, candidata a diputada por Delaware, presentada en sociedad como ama de casa devenida en política, la exacta combinación para atraer el voto del heartland que, insisto, aunque mayoritariamente conservador, excede lo partidario.

En la convención republicana no sólo faltó la intervención de Sarah Palin, todo un diagnóstico, sino también la de Christine O'donell o sus homólogos. Es que ceder lugares a la base no implica riesgos cuando lo que se disputa son bancas legislativas, es decir, piezas de un poder fragmentario. Pero la presidencia es poder concentrado, y ni siquiera la vice-presidencia debe exponerse. El Tea Party sirvió para cuestionar a Obama, pero sin cuestionar el partido republicano.

El punto de divergencia al interior del partido republicano es el gasto público, consigna entendida en los EEUU en forma diferente a lo que sucede entre nosotros -imposible presentar el tema aquí. El crecimiento imparable del endeudamiento del Estado federal estadounidense fue uno de los temas centrales para el heartland, el interior profundo, que tampoco se circunscribe a un voto rural. Al mismo tiempo, sectores del establishment del partido pugnan por la continuidad de su país como guardián del mundo, con el consiguiente consumo de recursos públicos. Esta disyuntiva tiene vigencia a nivel de toda la sociedad, pero encuentra al partido demócrata intacto a un lado de la discusión, y al republicano partido al medio. En una de las mitades se ha movido Ron Paul, pre candidato que nunca sobreestimó sus posibilidades y consiguió imponer su testimonio. Triunfo que, sin proponérselo, tampoco ayuda al lucimiento de Romney.

Ron Paul dedicó cada una de sus palabras a este tema, aunque desde una plataforma diferente a la del heartland. Y si bien hubiera podido apelar a esta base, aunque de modo forzado, el resultado habría sido una ruptura neta con el partido republicano que sólo lo hubiera debilitado. Permanecer en el GOP le permitió mantenerse en escena hasta fines de junio, articulando con su mensaje parte del reclamo del heartland. Pero Ron Paul en mi opinión también consolidó consignas demócratas.

En efecto, su prédica sobre el alcance del Estado, tema de elevada filosofía política que marca el nivel conceptual manejado por el electorado, la hizo en un ida y vuelta, inescindible, con su concepción sobre relaciones exteriores. Desde este punto Ron Paul tiene asegurada la vigencia de sus palabras entre amplios sectores del electorado demócrata, en particular “blancos” que dan importancia sólo secundaria a los social issues. Este es también el perfil del electorado independiente que mueve en última instancia el amperímetro de la elección. Los comentaristas estadounidenses insisten con el it’s the economy, stupid, frase de connotación difícilmente transferible al español. Con un mínimo de objetividad, podría afirmarse que son temas políticos de mayor vuelo los que han estado en juego en la arena pública. Y si bien estimo el instinto del votante estadounidense, eso no significa que sobreestime la posibilidad de que se traduzca en cambios en la distribución de poder. No estoy tan seguro que la economía sea el tema principal. Ron Paul no hubiera cobrado notoriedad si así fuera. El desempleo afecta más a sectores de bajos ingresos de las minorías, ubicados en el bolsillo de Obama desde 2008 y que, a diferencia de los votantes del heartland con Romney, asistirán a la elección aún desempleados. Efectos dispares del voto voluntario que merecen atención.

Podría observarse que este artículo no es del todo simétrico, porque debería incluir un inventario de los contrastes al interior del partido Demócrata. Pero ese no es el punto, porque el que está fuera del poder es el Republicano y por lo tanto tiene mayor interés en conformar una opción compacta. Mitt Romney tiene poco carisma. Pero es difícil creer que el mismo Clint Eastwood hubiera podido sobreponerse a la propia dispersión partidaria. A primera vista, pareciera que es gracias a los furcios de Romney que Obama necesita dedicar poco tiempo a convencer a los estadounidenses. De alguna manera los furcios evitan que se advierta en toda su dimensión lo que podría ser, o no, la antesala de la desintegración del partido Republicano, o al menos la de su electorado.

Cuando estas líneas terminaban de ser redactadas, ocurría el primer debate entre los candidatos, en mi opinión bastante opaco, salvo por un remate de Obama, bien hacia el final. Confirmando con sus palabras la indefinición de carácter que todos ven en él, Romney comenzó a insistir en la importancia de sentarse a dialogar con el otro partido. Tema favorable para cualquier presidente, ya que el cargo hace imposible no mostrar credenciales al respecto. Pero además Obama pudo ir más allá, afirmando que el rol de un líder también es saber decir que no. “Usted no ha sabido decir no a los sectores más extremos de su partido”. Así, Romney, que en su closing statement no replicó tamaña observación, quedó expuesto en su doble vulnerabilidad, escénica y partidaria. Los titulares han dado ganador al candidato republicano, que además de recibir ése último toque, pasó la noche intentando convencer al electorado de que no existiría diferencia entre él y un demócrata.

Muchas consignas de Obama son discutibles, pero surgen del verdadero convencimiento. Romney ha contado con un fabuloso presupuesto publicitario desde que comenzó la interna republicana. Por lo pronto no ha logrado convencer a gran parte de su partido, y la más rutilante actuación en el próximo debate no le acercará estos votos. Los social conservatives serán los grandes ausentes el 6 de noviembre. Más difícil aún será alcanzar el electorado fuera del propio redil, el que mueve el amperímetro de la elección. El trabajo de Ron Paul está hecho, y no sólo condicionará esta elección. El electorado estadounidense es exigente, y el escenario actual sugiere que el alcance de la publicidad y los medios de comunicación está primero determinado por el contenido político.


Por Marcelo E. Lascano
Septiembre de 2012

viernes, 17 de agosto de 2012

Hotel Plaza en venta - Escenario del épico encuentro entre el Profesor Landormy y el Embajador Pestorejo "y" Sanabria


Ojalá Arturo Cancela estuviera vivo....

Difundida la noticia, la embajada de la República de El Salvador envió al hotel a su mejor representante para comunicar su posición. Se trataba nada más y nada menos que de intervenir en la venta del lugar donde se habían forjado gran parte, si no todos, los lazos de su país con Grecia y el desarrollo conjunto de los estudios ornitológicos del sisonte, ya sea en vasijas cretenses o en las selvas de las tierras calientes del país. La tarea estuvo a cargo del Licenciado Rómulo Arístides Errechea Valencia, hábil orador, egresado de la Academia Nacional de Filosofía y Artes de Centroamérica "Pestorejo Y Sanabria", con sede en Managua, y fundada por un primo tercero de Rubén Darío, Darío Gómez. Considerando que Nicaragua tiene tan sólo cuatro millones de habitantes, resultaba más que improbable que un nativo tuviera menor grado de parentesco con la voz de América. Allí había aprendido que una de las principales armas del discurso era la sorpresa porque, sin duda, para él la palabra era la munición en una guerra de dimes y diretes diplomáticos. Las relaciones de su país con La Argentina no pasaban su mejor momento, o no pasaban, así que cuando recibió la noticia de la venta del hotel comprendió que esta era la oportunidad para protagonizar, al menos por un día, la agenda diplomática de un país al menos 35 veces más extenso que el de su país, conquistando con su verba entonces un territorio mayor a toda Centroamérica, incluyendo las diez y siete millones de islitas que él estimaba existían en el Caribe. 

Sería una gran batalla. Luego de bajarse del 152, porque el presupuesto de la embajada era proporcional al tamaño de su país, caminó con el corazón en la garganta hasta Florida y Santa Fe. Observó la ausencia de policías, decretada algunos meses antes en la que, empero, creyó ver la mano de los Dioses favoreciendo su paso a la eternidad oratoria. Cruzó la calle y sin pedir permiso si quiera al que en ese momento pasaba el trapo, subió la escalinata. Sacó del interior de su saco diez hojas A4 dobladas en cuatro que temblaban por la emoción del momento y aclaró la garganta. Al tomar aire ingresó un bus blanco, repleto de turistas recién llegados del aeropuerto internacional. Se trataba del contingente del LXV Congreso de Odontología de la tercera edad, o al menos eso alegaban. Su mejor arma se volvió entonces en su contra. Parado en la más perfecta simetría de la entrada del hotel quedó sorprendido por la masa de personas que derramó la puertita del vehículo. "A ver vos, morocho, si me ayudás con las valijas" gritó el doorman de guante blanco, mirándolo y llenando con su voz el ambiente, con lo cual en forma instantánea se convirtió, antes de leer su discurso, en el centro de atención para todos los presentes. "Esta es la mía", pensó el conductor del bus que abrió los baúles laterales del bus y, a modo de transmisión de autoridad dijo al licenciado "pediles el numerito y que coincida porque si no después se nos arma kilombo con la empresa", tras lo cual volvió al bus para mirarlo de reojo por el retrovisor. Antes de que pudiera aclarar su nombre, licenciatura, alto rol diplomático y eximia ocasión que lo traía por allí, fue conminado por un turista a asumir el inesperado rol. "Mines are those blue", le dijo sosteniendo dos numeritos en la mano. Creyendo ver en la adversidad la oportunidad para hacer un poco propio del lobby del hotel, Rómulo Arístides Errechea Valencia se ocupó de descargar ciento veintitrés valijas para despejar cuanto antes el lugar y así poder pronunciar cuando antes su discurso. No fue una tarea fácil, ya que con una mano sostenía las hojas A4 y las propinas, y con la otra juntaba los numeritos como quien conserva orgulloso los jalones de una exitosa carrera . 

Al terminar había cosechado algunos dólares y más que palabras o palabritas, los numeritos, lo cual de alguna manera lo reconcilió con la matemática que siempre le había sido esquiva. El bus se fue, y antes de que pudiera retomar el podio, el dooorman de guantes blancos se dirigió nuevamente a él. "Bueno, listo, ahora rajá de nuevo para la plaza que si ve el gerente ve que no me estoy ocupando de las valijas me rajan a mí. Y no le digas a tus amigos con los que te juntás en el ombú, que si no se me llena el boliche de gente mal vestida y traspirada. Vía. Chau, si querés volvete a las cuatro que llega otro grupo". Rómulo quedó así parado en la vereda, lleno de palabras en su corazón y numeritos en la mano."Bueno, por lo menos los billetitos los cambio y me vuelvo en taxi". Pero ése también sería su fracaso. Sin contar con una copia del pasaje a San Salvador, a donde viajaba en unas semanas, no pudo cambiar los dólares que le habían dejado algunos de los integrantes del LXV Congreso de Odontología de la tercera edad. El 152 fue nuevamente testigo de los intentos de vivificar la relaciones con nuestro país acometidas por la República de El Salvador, país de largo nombre y poco territorio. Rómulo Arístides Errechea Valencia intento replicar esta misma paradoja. Llenar de palabras un pequeño territorio. Y Fracasó. El hotel fue vendido, y ni siquiera una placa recuerda hoy el acta firmada por su predecesor, el Licenciado Pestorejo y Sanabría, y el Dr. Abel Du Bois Landormy, la bella durmiente del bosque, piedra basal de los estudios binacionales en ornitología supuestamente conducidos entre ambos países.

Por Marcelo E. Lascano

jueves, 9 de agosto de 2012

Sevilla, nacida para hacer más bello el arte de vivir




En París y en Berlín han tenido Francia y Alemania sus capitales, condensando en un sólo punto del territorio la historia, instituciones y arquitectura. Desplegándose más bien sobre la Europa continental, franceses y prusianos fueron menos propensos a volcar su historia a la mar. Definitivamente no fue este el caso de España, que a fuerza de surcar los océanos llegó a ser casi dueña del globo, abrazándolo en el Atlántico y en el Pacífico. De esta forma, lo que resumen las capitales únicas de los imperios continentales, en España está repartido entre Madrid y Sevilla. Y no hay exageración si decimos entre Sevilla y Madrid.

Cúpula lateral de la catedral, torre de la Virgen, Alcázar detrás y Vista parcial del Archivo de Indias a la derecha. Toma desde la Giralda, torre mudéjar de la catedral

Con unos 800.000 habitantes, Sevilla es la capital de Andalucía, gran región administrativa del Sur de España. Se ubica sobre el río Guadalquivir, a unos cien kilómetros de su desembocadura, donde el régimen ya es el de un estuario y por lo tanto la ciudad pudo ser puerto en el pasado sin estar sobre la costa misma. Cuando el interior peninsular, obstinadamente mediterráneo, se asomó al Atlántico, Sevilla fue el eslabón entre la profundidad de España y América. San Lorenzo del Escorial, Madrid y Toledo cruzan el océano de la mano de Sevilla. Y si Hamburgo es hoy el puerto de Alemania, mucho más lo fue Sevilla de España. La religión y la cultura se embarcaron aquí en su viaje a América. Llegando a la ciudad, el viaje al pasado empieza en avión. El aeropuerto es un edificio de los ’50 de bóvedas pesadas bien mantenido y perfectamente conservado en su estado original, literalmente hablando. Es el precio que paga Sevilla por haber sido la primera en conectarse con Madrid por tren de alta velocidad.

La estructura de la ciudad y el tejido de sus calles muestran las etapas de crecimiento a lo largo de los siglos. Aunque deben buscarse con esfuerzo, existen rastros de calles y pasajes que van y vienen, discontínuos, sobreimpuestos, correspondientes a la ciudad que construyeron los musulmanes. Aquí se inscribe la arquitectura árabe, característica de la cultura islámica, denominada Mudéjar en el Sur de España. Su  importancia en el paisaje y la identidad de la ciudad puede prestarse a confusiones. Al volverse algo exótico nos llama la atención a nosotros americanos. Yo diría que se trata de elementos estéticos que han quedado ya absorbidos, resignificados. Incorporados en el lenguaje cultural de esa España donde nunca se ponía el sol, con la certeza de sí propia de los imperios en los que, por el protagonismo del presente, los rastros materiales del pasado quedan en un segundo plano. Es así que en Sevilla hay una espontánea ausencia de rastros de eliminación sistemática o de rechazo a esta herencia. Tan propia se ha vuelto que tampoco ha sido convertida en señuelo obvio para turistas despistados. Granada sí, por la omnipresencia de la Alhambra, atrae una cantidad notable de visitantes que, y es fácil advertirlo, buscan el significado de las guerras de medio oriente en la arquitectura de un palacio desprovisto de sus constructores.

La etapa siguiente es la del esplendor, que transformó lo previo casi por completo. En este período se desarrolló el casco más antiguo, reconocible en el mapa por el perímetro circular característico de toda ciudad europea de siglos. Sin una matriz medieval pre-existente, durante los siglos XVI y XVII Sevilla crece rápido y crece barroca. El ímpetu de una España volcada hacia el Atlántico se mezcla con el ímpetu arquitectónico del barroco que lo construirá todo con revestimientos, sin dejar piedra a la vista, abundantísima en otras capitales histórica de la península. El color externo de casi todos los edificios será el blanco, prestado por las urbes marítimas, y los rebordes y aberturas llevarán un amarillo invariablemente pálido. Los edificios monumentales muestran más o menos participación del rojo, distinguiendo así en el paisaje las casas de vecino de las construcciones institucionales. Queda así lograda la estampa ya universalizada de la arquitectura hispánica, la de Sevilla, y que representa todo el gran conjunto Español de la península y de América. Si visitamos Méjico o Madrid, nuestra vista comienza a procesar el paisaje asimilándolo al de Sevilla que por ser el más logrado es el que ha quedado fijado en la memoria. Como si hubieran podido anticipar esta preeminencia simbólica, los romanos llamaron Híspalis a la ciudad, y de allí se tomó el nombre de la unidad de la península y la identidad histórica en América.

Plaza de la Virgen de Los Reyes

La ciudad entonces es un producto mixto. Su cultura tiene la antigüedad de la de España pero su estructura física se construyó del siglo XVI en adelante, careciendo entonces de una estructura medieval de estrechísimas calles. En muchas ciudades europeas que han heredado un extenso casco medieval (Londres, Estrasburgo, Madrid), el centro neurálgico de la vida de todos los días ha debido trasladarse hacia algunos de los “ensanches” adyacentes, generalmente de los siglos XVII y XVIII. A veces se trata de pocas cuadras, pero el visitante puede reconocer que las abigarradas calles del siglo XIII, hoy repletas de hostales para turistas, supieron albergar ese centro hoy desplazado fuera. El origen barroco de Sevilla le ha evitado este desfase entre forma y función. Sevilla cobra así un aspecto de vitalidad entrelazado con una composición urbana heredada, único en Europa. La ciudad que vemos hoy entonces es la que siempre ha sido. La ciudad evolucionó sobre sí misma. París, Praga, o Berlín, con todo lo que tienen para ofrecer, muestran barrios“vacíos”, áreas de la ciudad con edificios monumentales y puntos focales muy por sobre su importancia actual. En Berlín, por ejemplo, se intenta mantener la vitalidad de lo que fue el centro de la mitad socialista de la ciudad (Alexander Platz) pero con tan sólo una caminata puede reconocerse que la línea de tiempo de la ciudad se ha trasladado hacia Unter den Linden y Postdamer Platz. En Sevilla, línea de tiempo pasa hoy por donde pasó siempre.

Lateral de la catedral a la tarde

Los complejos monumentales de Sevilla reflejan en mi opinión que aquí estuvo la capital de la América española. La catedral ocupa una manzana entera, abarcando un catálogo de recintos religiosos con las más diversas funciones. Presidida por el más austral pero no más virtuoso gótico europeo, esta ciudadela religiosa ostenta también sólidas manifestaciones del barroco que enmarcan la vibrante reafirmación política de la España del siglo de oro. Con epicentro en una desbordante devoción a la Virgen, Sevilla tiene en este plano puntos de contacto con la restauración de la iglesia en la Europa central eslava: teología, política y arquitectura mostraron un nuevo impulso histórico con motivo de la reforma. La mentalidad de la época desdibujó los límites entre las tres, fundidas a su vez en el movimiento expansivo. Así como este ciclo tuvo en Praga un anclaje para la Europa central eslava,  tuvo en Sevilla el trampolín para dar el salto del Atlántico. Entre la catedral y los muros del alcázar se ubica la columna con la imagen de la Inmaculada concepción, la misma que puede encontrarse en las principales plazas del mundo habsburgo, aparentemente lejano por distancia y clima. Estando en Praga pude hacer alguna colaboración para costear la reconstrucción de la que supo erigirse en su plaza principal.



Finalmente, el Archivo de Indias se erige en la misma parte de la ciudad. Probablemente se trate de la institución más densamente representativa de la Sevilla que fue capital del Atlántico y sin embargo, su edificio resume una gran sencillez de forma y estilo. Se destaca por su presencia maciza en dos niveles y por la homogeneidad de sus cuatro fachadas. Sus ventanas estrechas indican la importancia del acervo documental que cobijan, dando a entender al mismo tiempo su disponibilidad para quien lo requiera pero sin convertir la historia vivida en un museo de arqueología para seguidores de Indiana Jones que, calzando ojotas de plástico, suelen visitar la ciudad. La línea de tiempo que mantiene intacta su presencia en la ciudad, también se mantiene contínua en los significados de la historia: pude visitar en el Archivo una exposición sobre la piratería Anglo-holandesa de los siglos XVI y XVII. Uno de los más destacados comerciantes de esclavos de entonces da nombre a una pequeña plaza en La Haya, a la que tenía vista el edificio en el que me hospedé alguna vez. Distintos lugares, distintos significados.



En forma espontáneamente orgánica se ha construido Sevilla, como un bosque de callejuelas y edificios adaptados a un sol inextinguible. La luz parece brotar del mismo blanco de sus paredes. Como si no bastara la luminosidad y el calor de los 37º de latitud, me cuentan que se recluyen en sus casas con poco ánimo  los sevillanos durante los días de lluvia, por lo demás escasos. Será más bien que la tristeza de los sevillanos impacta en el ánimo del sol. Sevilla es un astro con luz propia.

Un lugar común, el de aquello de que “no hay palabras para describirlo”, resulta de particular utilidad para referirse a la comida en Sevilla, y para abreviar y pasar a los sevillanos mismos. Sin haberlo concertado, los sevillanos viven su vida de todos los días sin intención de hacerse cargo de la de los visitantes, y sin asumir el dudoso  papel de “ciudad turística” con meseros que hablen inglés, corriendo el riesgo de convertirse en una Las Vegas de sí misma, exacerbando en folletos lo que el turista piensa de la ciudad antes de conocerla. Esto que podría pintar a los sevillanos como un tanto desconsiderados es probablemente el mejor de los mundos para el viajero. Es la posibilidad de ser un sevillano más, por lo menos en cuanto sepamos volver de la plaza principal al hotel a la noche, y dónde se sirve el mejor jamón. Al pedir una tapa se nos dará lo mejor y al mismo precio. Al preguntar por la calle de la concepció’ nos mirará el sevillano como si habiéndolo sabido lo hubiéramos olvidado: ¿quién es este que pregunta, que no sabe dónde queda la calle de la concepció’? Sevilla no apta para turistas.



La energía de los sevillanos se consume en su propia forma de hablar, para la que sí hay palabras y sobre todo canto, en sus comidas, en la noches de tapas, en la veneración a los santos. Hay tiempo para vivir, no para mostrarle a los demás como se vive en Sevilla.



En Sevilla pervive el alineamiento entre la historia, la cultura y el presente que supo existir en toda Europa y hoy hay que ir a buscar a sus pequeñas aldeas o a las zonas rurales. La Europa creadora, sin tiempo para quedarse añorando el pasado, tuvo su epicentro en las grandes ciudades. Sevilla es quizás el último bastión de aquella cultura urbana europea. Por eso es distinta a todas las demás capitales de su escala. En muchas grandes ciudades del continente las empresas están vivas. Los grandes monumentos de Sevilla están vivos. Sevilla no señala un repliegue sobre el pasado, sino una forma de vivir el presente.




Por Marcelo E. Lascano 

miércoles, 23 de mayo de 2012

Victorino

 Página 12 - hoy


Creo que este artículo toca un tema clave para interpretar dónde se encuentra el país desde el punto de vista de su identidad política. La Argentina es un país políticamente joven, y rejuvenecido por la gran inmigración. Tampoco pudimos heredar el sentido histórico de la metrópoli, como Brasil y, la suma de autonomías locales, aumentada por la extensión del territorio, no nos permitió cristalizar directamente la identidad política estatal sobre la base de una sola ciudad o comarca, como en Chile. Paradójicamente, el sentido de pertenencia en la Argentina es fuerte, pero la cultura todavía debe pegar el salto definitivo hacia la apropiación del propio destino. Creo que el actual impasse de lineamientos políticos no es un estado ideal ni mucho menos, y que podría prolongarse demasiado. Pero también podría ser la pausa previa a la desaparición por completo de la timidez de los argentinos a enfocar su existencia como una consigna explícita y necesaria. El país como totalidad, en oposición a el país como plataforma ejemplificadora para la estética de las ideas universales. El pensamiento universal aplicado al pensamiento de la ineludible realidad histórica de la propia identidad, tomando la identidad como una oportunidad para la construcción política. 

Creo que Jitrik ha logrado formular una de las direcciones hacia las cuales puede dirigirse la cultura política del país. Al remitirse a una frase de Victorino de la Plaza, el artículo refleja el plano identitario ya vigente hacia comienzos de siglo, y esta frase cobra muchísima más intensidad si tenemos en cuenta que fue pronunciada en el cenit de tres tedencias: la inmigración, la asociación económica con Gran Bretaña y el consumo exhuberante de la cultura europea. La aceleración del desarrollo de la identidad política, cuestión vigente entonces, se mantiene hoy relevante pero ya en una etapa en que se encuentra asentada la identidad cultural y una estructura económica compleja. Podría decirse que si Victorino viviera hoy, vería más cercano el día en que, no tanto sea menos necesario un insumo importado, sino en que el insumo sea el requerido por la propia innovación tecnológica, digamos, como ejemplo de un plano, entre otros, en el que se cruzan la capacidad cultural, la economía y la política.

Resulta sólo episódico, pero no menos sugerente, que Jitrik cite Irazusta. A Don Julio le interesaban los autores en la medida en que alimentaban su reflexión sobre el país. A Jitrik y a nosotros también nos interesa pensar la Argentina.

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Como se sabe, el tradicional y retórico pensamiento –y la prosa– nacionalista, rosismo y adyacencias, no pasa actualmente por uno de sus mejores momentos: tengo la impresión de que después de la llegada de los restos de Rosas al país, con los consiguientes homenajes, la vehemencia, no tal vez el sentimiento, se atenuó, no se escuchan grandes voces, apenas melancólicas evocaciones o laboriosas recopilaciones bibliográficas: los que todavía asumen ese discurso suelen ser tristes repetidores de las peores fórmulas de ese credo –ese impresentable Biondini, ese nostálgico O’Donnell, esos melancólicos apologistas de la dictadura–, y, por otro lado, pareciera un discurso muerto en una perspectiva mundial. Es cierto que algunos brotes autonómicos en el ex mundo socialista reciben esa etiqueta, así como también manifestaciones chovinistas y/o fundamentalistas un poco por todas partes, pero no parece que, sea como fuere, la vieja cantaleta nacionalista de “Dios, Patria, Hogar”, al menos en este país, sea un continente adecuado para expresar lo que el mencionado sentimiento pediría.
También es cierto que está muy a la moda renunciar alegremente a la complejidad que implica pensar en términos nacionales y que, en reemplazo, se haya hablado y se hable (cada vez menos) con un énfasis petulante y soberbio de “globalización”, de eliminación de fronteras nacionales, sin que se sepa muy bien qué quiere decir toda esa cháchara. El que la comunicación se haya facilitado hasta casi la utopía no es suficiente para entenderlo: basta poner en el tapete la cuestión de los términos del intercambio económico para que la globalización pegue un respingo y se vuelva atrás en la consideración de intereses propios y/o desarrollos posibles.
Es más, que los países renuncien a su destino propio, nacional en el sentido pleno y real de la palabra, no es algo que se pueda aceptar tan fácilmente, aunque la tecnología haga poco competitivas determinadas economías; el hecho de que en el sudeste asiático la gente trabaje dieciséis horas por día por el mismo salario que aquí se paga por ocho no quiere decir que uno deba admitir que no podrá ni deberá filmar más una película, que no podrá ni deberá escribir y publicar un libro, que no podrá hablar más la lengua que hablaba o comer la comida que le era propia, consumir los medicamentos indispensables o tener los electrodomésticos que necesite. Al menos intelectualmente, la cuestión nacional subsiste aunque no en los términos –propiedad, esencia, linaje, tradición, ideología, religión– en los que la formulaban airadamente los fascistas e incluso algunos que no lo eran y ni siquiera como exaltación de figuras que habían sido ignoradas por el panteón liberal.
La prosa nacionalista también ha decaído; antes no era así, había buenos escritores que, obcecados o no, odiosos o no, divertidos o apodícticos, intentaban dar algún fundamento a posiciones no siempre muy racionales. Algunos, como Julio Irazusta, a quien redescubrí en mi biblioteca, hacían un verdadero esfuerzo por salirse de la ideología agresiva, pronazi, irracional, típica de la década del ‘40, y trataban de encontrar, en el pasado y en el presente, elementos para dar una forma a ese deseo de tener un país propio y forjar en él el propio destino, cultural, humano y político. Irazusta (Balance de siglo y medio, Theoría, 1966) era analista e historiador y, según él mismo lo refiere, intervino en los debates nacionales importantes, el relativo a las carnes en la década del ‘30, o el relativo al petróleo, cuando Arturo Frondizi escribió su prometedor Petróleo y política, de cuyos postulados hizo, como no se ignora, rápido abandono cuando le tocó reinterpretar la idea de “lo” nacional.
De aquel libro extraje un fragmento que me pareció y sigue pareciendo revelador. Se refiere al presidente Victorino de la Plaza, que sucedió a Roque Sáenz Peña: “Hasta aquí, Plaza no había hecho más que entrever algunas novedades aportadas por la guerra, pero su último mensaje, el de 1916, es todo un programa nacionalista... afirma la confianza del país en sus propias fuerzas, para enfrentar la necesidad de valernos de nuestros recursos... la recuperación financiera, lejos de inducirlo a aumentar los gastos, lo movió a reducirlos... los depósitos bancarios y en caja de ahorro aumentaban, siendo argentinos el 80 por ciento de los ahorristas... el gobierno rebajaba los impuestos y seguía haciendo economías. El país tendía a utilizar su propia materia prima y la mano de obra nacional. El presidente decía: ‘No está lejos el día que podamos independizarnos de los elementos que aún debemos pedir a la industria extranjera. Los beneficios de esta industrialización son incalculables, pues no sólo gana la economía nacional, sino que llegaremos a producir los materiales necesarios a la defensa nacional’. Atribuía el mejoramiento de las relaciones laborales al despertar industrial. En su pensamiento, el incesante progreso de la explotación petrolífera se destinaba a asegurar el porvenir industrial del país. Lamentaba que los propietarios particulares prestasen con parsimonia y cobrasen alto interés, lo que conspiraba contra el desarrollo; y que los depositantes no mostrasen mayor conciencia inversora para promover las empresas que solicitaban del gobierno”.
Yo supongo que De la Plaza –no es inoportuno recordar que intervino, junto a Vélez Sarsfield, en la redacción del Código civil, hoy en proceso de modificación– pensó en todo esto, en 1916. Supongo que por eso, ya en 1966, onganiato mediante, como si estuviera lanzando un mensaje a quienes no podían escucharlo, Irazusta creyó oportuno rescatar sus palabras. Y, por lo mismo, se me ocurre que fue válido evocarlas en 1995, durante el menemato vendedor –cuando hice esa lectura y comencé este escrito–, aunque con pocas esperanzas de que a alguien le hubieran parecido una advertencia o un aviso, o de que alguien extrajera una lección del pasado para enfrentar un presente en el que el único erotismo promocionado era el de la compra en cuotas y ya no más el de la producción.
Creo que es un buen párrafo y da para pensar, no sólo en las circunstancias en que se pronunciaron esas frases sino también en el presente, respecto del cual esas palabras son menos proféticas que descriptivas, como si el tiempo no hubiera pasado. Podría dejar este razonamiento aquí, confiando en las resonancias que provoca y creo que se comprendería muy bien a dónde va la recuperación de un pensamiento perdido en el tiempo y en la historia política del país. Se podría decir que no se inventa nada y también que lo que está sucediendo en la actualidad replica, como en un espejo, esas palabras de un hombre que está colocado en el fin de una época: después de esas formulaciones, casi un programa entero, punto por punto –cada punto es un tema básico de la identidad de un país–, llegó Yrigoyen y muchas cosas cambiaron o, en todo caso, empezaron, con todas las contradicciones que nadie se priva de señalar, a tomar forma, a veces institucional, a veces en comienzos frustrados, a veces, objeto de tragedias, como la muerte de Lisandro de la Torre o el golpe contra el propio Yrigoyen. Sin embargo, si esos párrafos son un programa, evidentemente hubo avances y retrocesos y, no es difícil verificarlo, mucho queda por hacer, además de aclarar los términos.
Se podría hacer varias preguntas, suscitadas por este hallazgo: responderlas implicaría un verdadero examen de la historia del país, al menos del siglo XX y lo que va del actual: ¿por qué algo de lo que se logró se disipó, qué hizo posible algunos avances y qué fuerzas gravitaron en los retrocesos, qué equívocos fueron brotando en las interpretaciones que no faltaron en todo este tiempo, qué alcances verdaderos o falsos tuvieron imposibilidades que motivaron retrocesos, etcétera? Dejo librado a la imaginación todo lo que se puede argumentar o decir acerca de lo que fue eficaz y certero y de las defecciones o frustraciones que empedraron el desarrollo de aquella idea del remoto Victorino de la Plaza. No obstante, se me ocurre una figura que permitiría comprender tanto el pasado, desde remoto a próximo, cuanto este supuesto presente: ¿hubo en los diferentes momentos en los que se tomaron decisiones “teoría del error”?
Formularse tal teoría debe ser lo más penoso del mundo, porque implica admitir una limitación de la soberbia, una puesta en caja del optimismo, una limpieza de ojos para advertir el abismo que hay entre lo deseable y lo posible, una reducción de la omnipotencia que crece como una planta tropical una vez que se tiene el poder en la mano, o la ilusión del poder.
Por Noé Jitrik
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-194577-2012-05-22.html

lunes, 2 de abril de 2012

Un enfoque integrado para nuestra diplomacia en el Atlántico Sur

El aplomo y el ejercicio frío de la paciencia son la clave de toda diplomacia, y vaya si Inglaterra no ha sido un país de paso preciso y si el factor tiempo no es un vector central en el tema del Atlántico Sur. De modo que debemos doblegar los aspectos más afectivos de nuestra personalidad rioplatense y proceder de forma reflexiva. El tratamiento apasionado del tema del Atlántico Sur ofrece más riesgos que certezas en el camino a recuperar Malvinas, Georgias y Sandwich y, sobre todo, puede hacer que perdamos de vista su carácter integral. En efecto, el establecimiento de nuestro país en la Antártida en 1904 constituye un jalón fundamental en la historia de nuestra presencia en el Atlántico Sur. El establecimiento de la base Orcadas, al Sur de Malvinas, desactivó en gran parte las consecuencias geopolíticas de la usurpación y expulsión cometidas por Inglaterra en 1833. Puede recordarse que entre 1904 y 1947 nuestro país fue el único con presencia permanente en el continente, presencia que se extiende hasta la actualidad.
En verdad, nuestros antecedentes históricos se proyectan hacia el siglo XVIII y no sólo para el archipiélago de Malvinas. Entre 1774 y 1810 se sucedieron ininterrumpidamente gobernadores/comandantes designados desde Buenos Aires teniendo a su cargo la autoridad política en las islas., pero aclárese que su jurisdicción ya entonces era la del Atlántico Sur, excediendo el perímetro inmediato. Estos delegados del Estado español se ocuparon en particular en monitorear la pesca realizada por otras naciones, lo que fue un temprano ejercicio en la conservación de los recursos naturales subantárticos. Subrayar adecuadamente este aspecto histórico podría ser central para nuestra política antártica, en el contexto de un Sistema del Tratado Antártico en torno a la preservación y la sostenibilidad. En 1815 El Almirante Brown alcanza los º65 S, y luego en 1820 Buenos Aires retoma la presencia política en las islas nombrando un nuevo comandante. Durante su posesión del cargo, David Jewitt ejerce jurisdicción al igual que durante el Virreynato, alcanzando el actual Sector Antártico. En una de estas ocasiones, Jewitt se encuentra con nada más y nada menos que James Weddell, a quien le señala cortésmente que se encontraba en territorio de las Provincias Unidas. Este volvería a Gran Bretaña en 1823-24, teniendo tiempo de sobra para difundir en los altos círculos a los que pertenecía, la presencia de las autoridades del Río de la Plata no sólo en Malvinas, sino en todo el Atlántico Sur. El hecho posterior de mayor importancia, relativo al tema, en mi opinión, es el establecimiento pacífico en la Antártida en 1904 durante la segunda presidencia del Grl. Roca, y a instancias del perito F. Moreno.
Nuestra identidad se constituye también a partir del territorio. Y el territorio es una entidad integral, y nuestra historia se despliega sobre todo el Atlántico Sur.  No corramos el riesgo de que Malvinas sea el árbol que nos tape el bosque, ni que los sucesos de 1982 nos hagan olvidar que la integración territorial del Atlántico Sur comenzó en el siglo XVIII completándose con nuestra presencia en la Antártida desde 1904. El topónimo “Malvinas” sólo servirá para consolidar nuestra soberanía si es utilizado como uno de los varios componentes de nuestros territorios en el Atlántico Sur. La Argentina no es un país que en 1982 se despertara con la repentina idea de que las Malvinas le pertenecían. Nuestros antecedentes de pacífica ocupación nos respaldan. Y desde la historia, como lo hicieron los Virreyes y los Gobernadores, debemos tener presente que la jurisdicción de la Argentina alcanza nuestros intereses en el más vasto Sector Antártico, en el cual hemos nuestra presencia no ha sido interrumpida.


Por Marcelo E. Lascano


Una ampliación sobre el tema Antártida y Sector Antártico puede encontrarse en

https://docs.google.com/open?id=0B7QY9mmvkaMBaWlOc0I0SlRRZmUycDQ3bE1aQjV3dw

24 de abril de 2012 - Presentación del libro Política e Historia en Julio Irazusta

18:30 hs, Centro Argentino de Relaciones Internacionales - CARI, Uruguay 1037 (entre Santa Fe y Marcelo T.)


A cargo de Marcelo R. Lascano, editor, Vicente Massot y Luis María Bandieri
Durante la presentación el libro estará en venta a un precio especial


Índice 

  1. Presentación - Marcelo Ramón Lascano
Militó tempranamente en el radicalismo, el Partido Libertador y después en la Unión Republicana, todo lo cual no le impidió encarar una verdadera empresa literaria . En 1938 mereció el Premio Municipal de Literatura por Actores y Espectadores (1937), una obra donde describe el pensamiento de reconocidas celebridades intelectuales de diferentes países. Tres décadas después, en 1971, la Academia Nacional de la Historia lo incorporó como miembro de número. 

  1. Algunos rasgos del historiador - Edberto Oscar Acevedo

En definitiva: será necesario revisar la historia. Mas, ¿con qué criterio? Dirá Irazusta:

 “Siempre traté de guiarme en el juicio sobre las personalidades salientes de nuestra historia por el servicio o el deservicio del interés nacional”

  1. Evocación de una amistad - Rogelio Alonso
Julio Irazusta explicó que el nacionalismo no era ni de izquierda ni de derecha: era una actitud ante la historia, mejor dicho ante la política –la defensa a ultranza del interés de la Nación sin permitir “que nos pongan la pata encima”, versión criolla de los consejos del Presidente Washington en su Mensaje de despedida, que hasta no hace mucho era lectura obligatoria en las escuelas de los Estados Unidos. En este encuadre poco lugar hay para las utopías.

  1. Para un balance bicentenario de “Balance de siglo y medio” - Luis María Bandieri
Irazusta pone de manifiesto algo que Ravignani ya había señalado pero que asume en nuestro autor el debido resalto: ni el país estaba “inconstituido” antes de Caseros ni quedó “constituido” en 1853 en Santa Fe, ya que se requirieron más de cinco lustros de luchas intestinas y represiones sangrientas hasta que Roca, por el cañón, estableciera definitivamente la forma estatal bajo registro de “unicato”

  1. Su concepción política según “La política, cenicienta del Espíritu” - Adalberto Zelmar Barbosa
...añade Irazusta un nuevo elemento que espanta a las mentalidades cartesianas ya que la política, según nuestro autor, se mueve permanentemente en un marco de incertidumbre. Las decisiones políticas se toman en un presente que se anticipa a lo que vendrá por eso, la habilidad del político reside en adoptar decisiones acertadas respecto de un futuro imprevisible, ya que en tanto futuro, no es susceptible de conocimiento cierto.

  1. Breve semblanza - Jorge C. Bohdziewicz
En 1935, cuando contaba con apenas 36 años, edad en la que en la mayoría se presenta lejana aún la madurez intelectual, don Julio publicó su Ensayo sobre Rosas en el centenario de la suma del poder, obra que parece culminar la parábola de un historiador y no comenzarla. Pero fue exactamente al revés. El lector podrá encontrar en esa obra, en acto o en potencia, perfectamente definidas o apenas insinuadas, en admirable síntesis, todas las ideas sobre el significado de la dictadura de Rosas en la historia argentina a la luz de la historia universal.

  1. Crítica de una biografía - Enrique Díaz Araujo
...no será semejante la comprensión abordada por un irazustiano de corte “republicano”, que la de un populista “democrático”, o el del sector de la “izquierda nacional” o del forjista. En suma, podemos dar con múltiples puntos de vista para juzgar la vida y la obra de Irazusta, en el propio espacio caracterizado como “nacional”.

  1. Realismo político y territorio  -  Marcelo E. Lascano
Invitado a disertar sobre la conciencia territorial en la historia, Irazusta elige referirse específicamente a la etapa del Virreynato (Irazusta, 1978). En su Breve historia de la Argentina (Irazusta, 1981), presenta la historia indiana de nuestro país precisamente a través de las alternativas de la conformación del espacio español en el Río de la Plata, en pugna con las incursiones lusitanas. Cabe destacar entonces la importancia que Irazusta atribuyó al territorio como dimensión conformadora de la identidad...

  1. Un revisionismo atípico – Vicente Gonzalo Massot
Reescribir la historia supuso para este fino entrerriano, admirador de Rivarol y de Burke, menos un recurso enderezado a conservar tradiciones que una disciplina capaz develar las complejidades del pasado, rastrear sus secretos ocultos, comprender la diversidad argentina y entender la deriva de las masas y de las personalidades hegemónicas del país.

  1. La libertad de pensamiento – José Luis Peco
algunos de los llamados revisionistas eran periodistas, pseudo – historiadores que hacían política con la historia y poco aportaban al conocimiento del pasado, invirtiendo el orden liberal por un antiliberalismo grosero. Por eso señalaba Irazusta, en diferentes oportunidades, que hubieron revisionistas formalistas y revisionistas realistas, los primeros reivindicaban una forma de gobierno, los segundos una obra de gobierno. 

  1. Irazusta, Paz y la misión de Florencio Varela (1843) - Mario Guillermo Saraví
Poco después el gobierno de Francia se cansó de tan costoso como infructuoso esfuerzo “civilizador”, y el almirante Mackau firmó la paz con Rosas el 29 de octubre de 1840. Si ello ocurrió fue, en opinión de Varela, porque el gobierno francés desconocía sus propios intereses, y su compromiso con los aliados del Plata, ahora reducidos a la condición de meros “auxiliares”

  1. Sobre el liberalismo de Julio Irazusta - Juan Fernando Segovia
...no es de extrañar que en sus estudios de historia argentina defienda algunos liberales que sirvieron al bien de la patria (el general San Martín, Osvaldo Magnasco, Bernardo de Irigoyen y Estanislao Zeballos, a veces Julio A. Roca); aunque señale, en nítido contraste, negativamente a aquellos que sumieron a la nación en el descalabro político y económico, en especial los hombres de la generación del '37 ...

  1. Pro y contra - Octavio Agustín Sequeiros
Ese esfuerzo por reubicar la inteligencia argentina en su tierra y sus intereses con los criterios menos sentimentales e ideológicos, es decir con los más universales que alcanzó el hombre, el esfuerzo tan logrado por repensar los éxitos y fracasos nacionales sin partidismo alguno justifican esta afirmación aparentemente escandalosa o exagerada: la obra de Julio Irazusta constituye la base irreemplazable de ese sistema nacional sin el cual se disuelve este país y cualquier otro.

  1.  Historia y Política - Enrique Zuleta Álvarez
Desde nuestros días no es fácil comprender la personalidad de Julio Irazusta. Se han alejado aquellos hombres cuya significación no se puede establecer desde los límites de las ideologías, pero que vivían el amor a su patria como una religión, que creían en su soberanía y en las posibilidades de grandeza reservadas a la Argentina porque se solidarizaban con su historia con la intimidad de lo propio. Fundían la actividad intelectual con sus compromisos cívicos y a diferencia del actual cinismo desesperanzado y escéptico, asumían sus ideas con pasión

sábado, 3 de marzo de 2012

Inversiones escalonadas y puntuales para ampliar la capacidad de las rutas interurbanas


La porción continental americana de nuestro territorio cuenta ya con 2200 km de calzadas duplicadas (autopistas/autovías). Resta identificar qué otros segmentos de las rutas interurbanas deben ampliarse a corto y mediano plazo. Esta breve consideración del tema apunta a mantener un balance entre tres variables: longitud total de carreteras duplicadas, impuestos y peajes a cargo del usuario y pago de las obras de mantenimiento. Una parte no menor de los impuestos ya agregados a los combustibles se ha venido desviando a todo tipo de fines excepto el mantenimiento y construcción de carreteras. El estado de conservación de la red de rutas nacionales que existió hacia finales de la década del ’80 no fue casual, sino resultado de un desfinanciamiento deliberado. La duplicación de rutas interurbanas debe alcanzar gradualmente una extensión equilibrada con la capacidad de pago de los usuarios. Caso contrario podría convertirse en un factor que incremente artificialmente los costos de transporte.
La Argentina posee un territorio extenso y un volumen demográfico de escala intermedia. El resultado es una baja densidad promedio, lo cual puede ser geopolíticamente ventajoso. Pero en el caso de la construcción y repago de infraestructura de transporte es una variable a resolver. Es por eso que debemos recordar con orgullo como entre 1960 y 1980 el país supo dotarse de una excelente red de rutas pavimentadas, en un gran esfuerzo por mantener la integración territorial de todas sus regiones, a pesar de las grandes distancias y la dispersión del poblamiento. Pero a logro debe suceder una nueva etapa de inversión en carreteras.
En los últimos 30 años el tránsito en rutas nacionales creció un 250%, con una red de caminos cuya capacidad ha ido también expandiéndose, aunque con demoras. Para evitar el lamento por lo que no se hizo podemos considerar el caso del Brasil que, con una densidad de población varias veces mayor, sólo hace seis años comenzó a solucionar con duplicaciones algunos de sus marcados cuellos de botella interurbanos. Desde 1980 hasta hoy, la Argentina duplicó 2200 km de rutas nacionales. La pregunta obvia es, cuántos kilómetros más hacen falta hoy, y harán falta, por ejemplo en 2025. Pero para el territorio argentino la respuesta no debe tomar en cuenta solamente que aproximadamente 3000 km. de rutas de un carril por mano muestra índices de congestión. También debe considerarse la delicada cuestión de la baja densidad territorial, que condicionará el financiamiento mediante el cobro de peaje. Este tema se define en el cruce de dos factores: la indivisibilidad aparente de la capacidad de una autopista, y la derivación de tránsito desde rutas paralelas no duplicadas.
La congestión en nuestras rutas interurbanas no se produce siempre por saturación en el tránsito. La existencia aún de rotondas con radios de curvatura desactualizados y el paso de muchas rutas por dentro de áreas urbanas provocan demoras y, por lo tanto, congestión. Este es un primer nivel donde deben realizarse inversiones en todo el país: las rotondas inadecuadas deben ser reemplazadas e incluso, donde el tránsito lo justifique, deben construirse cruces a desnivel. Por ejemplo, existen más de 300 cruces a nivel de rutas pavimentadas con la red ferroviaria interurbana (ver figura). Por lo demás, deben construirse las variantes para que la traza de una ruta interurbana “esquive” las áreas urbanizadas. Es inadmisible que existan semáforos o lomos de burros en rutas en las que el tránsito necesita desarrollar altas velocidades. Inadmisible y causante de accidentes. Prueba la importancia de estas obras el hecho de que la presencia de camiones no es estadísticamente significativa para explicar las velocidades del tránsito, según los datos provistos por la Dirección Nacional de Vialidad.
Fig 37
Figura : cruces a nivel  de las trazas ferroviarias activas con rutas  pavimentadas

Este tipo de obras de ajuste, de carácter puntual pero factibles en forma independiente y sucesiva, suele pasarse por alto. Es mucho más fácil usar grandes palabras y proponer kilometrajes magníficos pero de financiamiento incierto. Los ajustes puntuales en la red de rutas nacionales no son un componente alternativo, sino un paso necesario. Y lo son tanto para rutas que aún no tienen un tránsito congestionado, como para aquellas cuya duplicación debe encararse en el corto plazo.
El factor de la indivisibilidad aparente se manifiesta claramente en el caso de la autopista Rosario Córdoba. El volumen de tránsito que la utiliza es notoriamente inferior a la capacidad de una autopista pero es muy superior a la capacidad de una calzada de un carril por mano. La indivisibilidad aparente es un problema en este caso porque el nivel del tránsito está ubicado entre los dos umbrales de la infraestructura. En este ejemplo es esperable que el crecimiento del tránsito continúe siendo lento: se trata de un área del país con crecimiento demográfico por debajo de la media y con una estructura productiva consolidada. Pero la indivisibilidad es aparente, como veremos después de explicar el alcance de la derivación de tránsito.
Por otro lado está el tránsito que antes utilizaba una ruta paralela, ó parcialmente  paralela, sujeta a congestión, y utiliza ahora también la nueva ruta duplicada. Un vistazo sobre el mapa podría hacernos creer que las rutas troncales están bastante separadas unas de otras. Por lo tanto, el desvío alargaría el viaje, y no podría ser compensado por las mejores condiciones de tránsito en la nueva autopista. Pero en la realidad se pudo observar otra cosa: la ruta 3 (tramo Cañuelas-Azul) perdió aproximadamente el 25% de su tránsito al inaugurarse la autovía provincial Buenos Aires-Mar del Plata a mediados de los ’90. Es altamente esperable que los flujos de tránsito de otras rutas nacionales muestren la misma flexibilidad para cambiar itinerarios: la duplicación de la RN14 (Zárate-Concordia-Paso de los Libres) absorberá tránsito de la RN11, y habrá intercambios de tránsito entre las rutas nacionales 9 y 8, 7 y 5, 5 y 205, 205 y 3, en caso de que éstas sean sucesivamente duplicadas. Por lo tanto, el análisis de la factibilidad económica de las duplicaciones  debe considerar ambos factores, uno en contra (indivisibilidad) y otro a favor (el tránsito derivado a una ruta duplicada).
Estos dos factores requieren en verdad un tratamiento conjunto para garantizar el pago de la ampliación mediante peaje. La cuestión es si, dada la baja densidad territorial de la Argentina, podrá ser viable duplicar todos los tramos congestionados de nuestras rutas nacionales. El caso de la duplicación entre Rosario y Córdoba (autopista) sugiere fuertemente lo contrario. Y este tema convive con las reivindicaciones locales: los intendentes y los habitantes de las ciudades a lo largo de cada ruta desean que sea “su” ruta la primera en duplicarse.
 Como puede verse, la derivación de tránsito soluciona el problema inicial del bajo nivel de consumo de la ruta duplicada (consumo de la capacidad vial disponible). En la ruta paralela no duplicada la congestión disminuirá, al menos inicialmente pero el problema de la congestión se mantendrá a causa del crecimiento vegetativo del tránsito no derivable (fue el caso de la RN 3). Los actores locales de la ruta no duplicada comenzarán a presionar nuevamente, arguyendo no sólo que su ruta está congestionada sino también el poderoso argumento de que han sabido esperar más tiempo que las comunas sobre la traza duplicada.
Eventualmente, una concesionaria a cargo de la ampliación debe ser protegida de este problema, por lo menos durante un plazo preestablecido. Las duplicaciones superpuestas, en caso de realizarse en forma anticipada, generarían una pérdida sustancial de tránsito, y por lo tanto de la recaudación. Este problema tiene su origen en la indivisibilidad aparente, generada por la insistencia pública sólo en torno a planes autopistas sin mención de obras de capacidad intermedia. O autopista o la situación actual. Las reivindicaciones desde gobiernos y actores locales son eco de esta prédica. Debe darse mayor mayor importancia a los reemplazos de rotondas, construcción de variantes y cruces a desnivel, y todo tipo de obras puntuales que aumenten la segregación de los flujos interurbanos.
Las obras puntuales pueden moderar, a corto plazo, la congestión sobre las trazas cuya duplicación se concretará más adelante, a largo plazo. Deben coordinarse una y otra cosa: las duplicaciones con las soluciones en cuellos de botella. El territorio argentino podrá así contar con mejores condiciones de tránsito, pero evitando la auto imposición de costos de inversión que, lejos de facilitar, podrían significar mayores tarifas de peaje encareciendo el transporte en rutas interurbanas.

Por Marcelo E. Lascano

Publicado en Revista Vial Nº 83 marzo de 2012