miércoles, 20 de noviembre de 2013

La soberanía en la historia - 1846 en la Argentina

Algunas reflexiones sobre la soberanía en nuestra historia

Amigos, les acerco una reflexión sobre la filosofía con la que encaramos nuestra historia, más que un recordatorio de lo que fue la Batalla de Obligado en 1846, nudo clave en la organización política de nuestro país.

En carta cuyo destinatario no recuerdo, el Deán Funes profetizó, creo que en 1812 , que la independencia no sería "soplar y hacer botellas".

Efectivamente, la cosas no son posibles con sólo quererlas, y menos los hechos políticos. Sin embargo, pensamos nuestro origen en forma algo voluntarista. Muchas veces razonamos nuestra historia como si creyéramos que la Argentina apareció sobre el mapa en forma "instantánea": como quien compra y vende una propiedad, el 25 de mayo habría sido un traslado de la titularidad del inmueble y bastará con tan sólo una mudanza para que los moradores puedan abrir la puerta a sus visitantes diciendo: "esta es mi casa". 

Aquí es dónde podemos permitirnos un poco más de abstracción, y comenzar por comprender que la aparición de una nueva comunidad no se limita a un acto endógeno: nos miramos entre nosotros y nos convencemos de que la autoridad del Virrey queda transferida al cuerpo colegiado a cargo durante un episodio de emergencia. 

Constituirse en comunidad política es presentarse ante la comunidad internacional. Esto es lo que falta desarrollar en nuestra historiografía, en esta, en aquella o en esa otra. Brasil ni siquiera tuvo que hacerse una idea de su independencia: con el traslado de la corte portuguesa a Río en 1807 hasta el último brasileño internaliza el cambio de status: el paso de jurisdicción dependiente a entidad independiente.

A nosotros nos toca digerir un poco más esta idea, y mover la comprensión del origen de nuestro país hacia un plano más holístico. Es un proceso gradual, que se recorre en base a ejercicios que nos saquen de la ingenuidad de creer que tan sólo por asumir nuestro destino, los demás países nos darían una candorosa bienvenida sin más. De hecho, eso hubiera podido ser algo probable en el siglo XVIII, pero no en el XIX, cuando los países centrales, conforme a las leyes más obvias de la historia, salieron de tour geopolítico por todo el mundo. La Gran Bretaña que intentó tomar Buenos Aires en 1807 siguió tan interesada en el país del Río de la Plata luego de que fuera independiente. Aquella Gran Bretaña con la que, posteriormente, se estableció una relación económica sobre la base de la conveniencia mutua.

Es largo el camino que debemos recorrer para dimensionar adecuadamente la importancia de la batalla de Obligado, en 1846, más importante que el cruce de los Andes. Obligado fue lo que nos adelantó el Deán y, quizás, nuestros antepasados mostraron lucidez al evitar apresuramientos en declarar la independencia. 

Como todo proceso genético, nuestra historia debe comprenderse en forma contínua y acumulativa, sin discontinuidades. Y en forma completa, para valorar con la profundidad necesaria el resultado condensado en nuestro presente.