sábado, 24 de septiembre de 2011

Lecciones del creciente subte de Sao Paulo

Luego de dos décadas de experimentos fallidos con carriles exclusivos para colectivos, comienza en 2004 la construcción de la línea 4 de subte de Sao Paulo, inaugurada tan sólo hace un par de meses. Este proyecto cruza la ciudad de Oeste a Este, uniendo zonas residenciales con las zonas comerciales y de oficinas de la ciudad. En efecto, Sao Paulo no tiene una gran área central, como Buenos Aires, sino tres subzonas donde se concentran los edificios corporativos y gubernamentales. La respuesta de la demanda ha sido abrumadora: los andenes del nuevo subte pueden verse colmados de usuarios, y ha habido un aumento explosivo de los ingresos por molinete a las estaciones de las líneas 2 y sobre todo de la línea C-9 del ferrocarril metropolitano. La preferencia del público por el subte sobre el colectivo, comprobada en los países en desarrollo, ha vuelto a verificarse en este caso y de modo tal que la nueva línea 4, así como la C-9 y la 2 ya son víctimas de su propio éxito: en el caso de la 4, si bien nadie niega el alivio que es transitar sin sufrir la congestión de calles y avenidas, muchos usuarios han expresado frustración por encontrar los trenes tan llenos como en las líneas 1, y 3. En el caso de las líneas C-9 y 2, los usuarios perciben que han perdido el privilegio de viajar en forma excepcionalmente cómoda. En estos casos la falta de articulación de ambas líneas provocaba un nivel de uso relativamente bajo, lo que hacía que sus usuarios disfrutaran de trenes con menos pasajeros que en las líneas 1 y 3.
El proyecto de la línea 4 del subte de Sao Paulo merece atención porque entraña varias lecciones para nuestro subte, aún teniendo en cuenta diferencias en la infraestructura y en la demanda. En primer lugar, la naturaleza a largo plazo de los proyectos de infraestructura. Tras siete años lo que se ha inaugurado es un primer trecho de la línea 4, y será sólo a comienzos de 2012 que correrán trenes en toda su extensión, quedando hasta 2014 la construcción de varias estaciones intermedias. Lección 1: en las grandes áreas metropolitanas las soluciones al transporte llevan tiempo considerable de contrucción.
Otro aspecto que puede destacarse es la importancia de invertir en mejorar las líneas metroferroviarias existentes mientras se construye una nueva. Durante los dos años previos a la inauguración de la 4, los pasajeros de las líneas 2 y C-9 se beneficiaron de una mayor cantidad de frecuencias y de mejoras sustanciales en sus estaciones. Previendo el impacto de la línea 4, el subte de San Pablo compró vagones completamente nuevos, reconstruyó estaciones, instaló escaleras mecánicas y amplió o agregó nuevas pasarelas. Se anticiparon las inversiones para el nuevo tráfico de pasajeros, lo cual generó el acostumbramiento de los pasajeros a una situación muy holgada en su uso del subte. Con la puesta en funcionamiento, este beneficio transitorio ha disminuido e incluso ha desaparecido. Lección 2 : las obras grandes deben acompañarse, en forma anticipada, con inversiones de pequeña escala en el resto de la red.
Luego de haber extendido las líneas A, B, y D al máximo de saturación, y de construir una línea H trasversal que nunca fue prioritaria, el subte de Buenos Aires debe encarar un proyecto emblemático. Estamos a tiempo de evitar que el subte siga convirtiéndose en un museo del transporte, con instalaciones de la belle èpoque y la misma cobertura geográfica. El éxito de las inversiones recientes en el sistema de transporte de Sao Paulo muestran los dos paradigmas para una renovación del subte: construir líneas nuevas, que alivien las ya saturadas, y al mismo tiempo poner al día las existentes, con compra de vagones e inversión en ampliaciones en las viejas estaciones construídas hace ya casi un siglo. Para lo primero deben explorarse mecanismos mixtos de financiamiento, como el PPP que financia la construcción de la línea 4, y debe asumirse con paciencia la lenta majestad de excavadoras y tuneladoras. Para lo segundo, las numerosas obras puntuales pueden pagarse con recursos genuinos del GCBA, ya que no es necesario encarar la totalidad en forma simultánea. La legislatura de la Ciudad podría explorar afectar recursos, en forma explícita, a tales obras puntuales de renovación en forma diferenciada a los recursos afectados a líneas nuevas. Se abordaría de este modo un sistema para equilibrar el crecimiento de la red con el rejuvenecimiento de las líneas más antiguas.

Marcelo E. Lascano - Agosto de 2011

sábado, 3 de septiembre de 2011

La identidad internacional de la Argentina

El siguiente artículo presenta, con buena capacidad de síntesis, las condiciones estructurales de la Argentina para profundizar su desarrollo económico sobre la base de claves identitarias, tema que en general se aborda desde puntos de vista parciales e impulsivos ("el futuro de la Argentina está en..." y otros enunciados absolutizantes) o desde una alegada frustración ("las cosas son así y no van a cambiar") que encubre negligente prescindencia.
Palabra de geógrafo, las condiciones estructurales descriptas por el autor no son para nada frecuentes en el resto de los países del globo y son, a la vez un logro de la trayectoria histórica del país. Con un criterio de sobriedad, el artículo enumera aspectos sólidos de la vida institucional y política del país, sólidos aún cuando Usted lector pueda estar conociéndolos ahora, y dejando de lado cualquier afirmación de tipo más futbolístico que pudiera poner anhelos y símbolos de poco alcance por sobre una realidad bastante más promisoria y diversa.
El artículo supera el alcance definido en el título, y como presenta una síntesis que alguna vez quise escribir, propongo ajustar el título copiando impunemente el que Celso Lafer dio a alguno de sus libros sobre el Brasil
 
 
Volver a la escena internacional
 
La política exterior busca utilizar los diversos recursos que tiene un país para aumentar su relevancia internacional y así incrementar su capacidad negociadora para mejorar el nivel de vida de su población. En esto, Colombia es la revelación de los últimos años. Como dice el experto Russell Crandall en una reciente edición de la influyente revista Foreign Affairs , el presidente Santos cree que su país puede ser líder regional.
La dirigencia colombiana no piensa que una economía grande o mucha población son imprescindibles para ello. Lo que hace falta es reconocer ventajas comparativas y la audacia para trasladarlas a iniciativas políticas de envergadura. Un ejemplo: Colombia hoy asesora a países centroamericanos en el diseño de políticas judiciales para hacerle frente a la droga y exporta modelos de lucha contra el narcotráfico al norte de Africa. El conocimiento adquirido en ese frente se convirtió en un recurso para construir protagonismo.
Propongo pensar las ventajas comparativas que posee nuestro país para desarrollar su relevancia internacional. Mi tesis es simple: la Argentina tiene una "importancia base" enorme que le permitiría construir protagonismo y liderazgo. La "importancia base" son los recursos que un país tiene para posicionarse como interlocutor en el diálogo con y entre naciones, organismos multilaterales y ONG.
Un parámetro objetivo para determinar los temas de interés global es la agenda del Grupo de los 20. Además de la temática financiera, se centra en cinco áreas: alimentos, recursos naturales y energía, medio ambiente, no proliferación y la lucha contra el terrorismo. Por sus condiciones naturales, recursos humanos e historia diplomática, la Argentina puede ser protagonista en todos menos el financiero.
El caso de los alimentos es el más obvio. La FAO estima que hará falta un aumento del 70% en la producción de alimentos en las próximas décadas. Esta demanda se da en escenarios donde las posibilidades de aumentar el número de áreas productivas es limitada por escasez de agua y la declinación en tierras cultivables.
En un mundo donde acecha el fantasma del hambre, la Argentina es el primer productor de alimentos medido per cápita. Los avances en la agricultura y la ganadería se sustentan en sectores industriales de alto contenido tecnológico, como la biotecnología. No sorprende entonces que la Argentina sea el país con mayor número de empresas de biotecnología en la región. Hemos patentado plantas resistentes a la sequía, fuimos el primer país en América latina en clonar animales y tenemos la empresa líder en producción de vacuna contra la aftosa.
Esta ventaja no es solamente comercial, sino estratégica. El mundo demanda alimentos porque con una población que crece de manera exponencial la seguridad alimenticia es un factor importante para la paz dentro y entre las naciones.
Sabemos también que la Argentina es rica en recursos naturales y energía. En un mundo donde los recursos naturales se están consumiendo más rápido de lo que se pueden reponer, nuestro país aún no ha explotado sus recursos minerales.
Revistas especializadas estiman que en la próxima década podríamos estar entre los tres primeros productores de plata, los cinco de cobre y los seis de oro. También estaremos entre los primeros productores de litio, boratos y potasio. Ya somos el primer productor mundial de biodiésel y cuarto exportador.
Como en el tema de la agricultura y la agroindustria, los recursos naturales son relevantes más allá de lo comercial. Sin ellos no hay industria, no hay desarrollo científico, no hay innovación y finalmente no hay desarrollo humano.
Menos conocido es el recurso que significa una larga tradición en pos de la no proliferación nuclear. La Argentina fue el primer país en iniciar el desarrollo nuclear con fines pacíficos en América latina. Fue el primero de la región en dominar el proceso de enriquecimiento, o sea que tendría la capacidad de orientarse hacia fines no pacíficos. Sin embargo, esa capacidad hoy está volcada al diseño y la exportación de reactores nucleares y la producción y exportación de radioisótopos.
En el ámbito regional, buscamos un entendimiento con Brasil que se consolidó con la creación de la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (Abacc). Estas circunstancias asignan gran importancia al país. En un mundo donde muchos quieren tecnología nuclear para usos militares, decidimos limitarnos al desarrollo pacífico, y buscamos un entendimiento para que Brasil haga lo mismo. De allí, el reconocimiento de Obama y del Organismo Internacional de Energía Atómica al liderazgo argentino en esta materia. De hecho, el primer viaje como nuevo director general de la OIEA de Yuyika Amano fue a nuestro país; resaltó así nuestro posicionamiento global en la cuestión. Ahora Amano tiene previsto concluir su actual gira latinoamericana en Buenos Aires, y en estos días se espera su llegada al país.
La Argentina también tiene un rol a jugar en el debate en torno al terrorismo. Somos el país con mayor número de judíos y de musulmanes de América latina y ejemplo de convivencia pacífica y fructífera. Ante el atentado contra las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001, fuimos el primer país en emitir un comunicado de condena al acto y de apoyo a los Estados Unidos, firmado por los líderes de las tres religiones de raíz abrahámica. Los conflictos entre las religiones y dentro de ellas nos conciernen por nuestra composición religiosa y porque conocemos el flagelo del terrorismo en carne propia.
Además, nuestra diplomacia ha cumplido un papel destacado en la búsqueda de paz en Medio Oriente: la resolución 242/67 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas fue inspirada en una iniciativa argentina. Esta es la resolución que marca las pautas necesarias para una futura paz: fronteras seguras y reconocidas, devolución de territorios y el problema de los refugiados.
Nuestro potencial medioambiental es poco conocido. El informe del Fondo Mundial de la Naturaleza, "Planeta Vivo 2010", ubica al país entre las diez naciones que concentran el 60% de las riquezas naturales del planeta. Este hecho se resalta más si se tiene en cuenta que en la Argentina, con un territorio de 3,7 millones de km cuadrados, habitan apenas 40 millones de personas. El resultado es que nuestro país tiene una biocapacidad de 7,5 hectáreas per cápita. La India, otro país del ranking, por su gran población, posee un índice de solamente 0,5 hectáreas per cápita. Según el informe, estamos entre los países con mayores capacidades de proveer servicios ambientales, como la captación de dióxido de carbono, la forestación y, como ya vimos, la producción de alimentos.
El país también ha jugado un papel de liderazgo político en la temática ambiental. Fue, por ejemplo, uno de los artífices de la Conferencia de Cambio Climático de Kyoto, el proceso de negociación en cuestiones climáticas que puso el marco desde donde ahora se dan todos los debates.
Cada país despliega sus recursos de acuerdo con la capacidad y ambición de su clase dirigente. Este análisis demuestra que la Argentina puede ser protagonista en casi todos los temas de la agenda global. Es con una política exterior que aproveche esta "importancia base" que se podrá construir relevancia y por ende mayor capacidad negociadora para mejorar el nivel de vida de todos los argentinos. Pero para no desaprovechar estos recursos hace falta una política exterior que haga de nuestro país un protagonista de los grandes debates del momento; es decir, la visión de una nación grande.

Por Iván Petrella
Director académico de la Fundación Pensar
 
Publicado originalmente en diario “La Nación”
Jueves 07 de julio de 2011
 

lunes, 29 de agosto de 2011

Breve semblanza de Julio Irazusta

Lo he tratado durante una treintena de años y dado que mi juicio es altamente favorable y podría ser sospechado de parcial, prefiero remitir al concepto que  expresó Tulio Halperin Donghi sobre Irazusta en una obra sobre el revisionismo histórico, precisamente una corriente historiográfica que se ubica en las antípodas de su pensamiento. En “El revisionismo histórico argentino como visión decadentista de la historia nacional”, lo considera como “El más brillante de los historiadores del revisionismo” y agrega “que la vida política de Juan Manuel de Rosas a través de su correspondencia…representa una continuación enriquecida más bien que una alternativa de Saldías”.

 Quienquiera haya leído Vida Política de Juan Manuel de Rosas a través de su Correspondencia, con seguridad no compartirá la expresión, pues los siete tomos de la versión de Trivium agregan singular y actualizada información sobre Rosas y su tiempo como que, estimo, en el mundo se ha escrito más sobre el Restaurador que sobre los más encumbrados próceres patrios. Para Halperin Dongui, “La Historia de la Oligarquía Argentina” en colaboración con su hermano Rodolfo que forma parte de “La Argentina y el Imperialismo Británico” (1934), constituye un capítulo liminar en el enfoque iluminador que a partir de los treinta enriquece el estudio de nuestra historia patria.

 Una formidable formación intelectual, estudios superiores en Oxford, una intensa amistad con Benedetto Croce y George Santayana, le permitió adquirir una formación universal enriquecida por el dominio de idiomas como inglés, francés, italiano y latín. Su incorporación a la Academia Nacional de la Historia a comienzos de los setenta se consideró una merecida aunque demorada reparación frente a sus merecimientos, confirmados por una bien ganada reputación,  una gigantesca producción intelectual y una abarcadora versación humanista.

Sus obras, entre otras, sobre la Monarquía Constitucional Inglesa, Las Décadas de Tito Livio, Actores y Espectadores en la Escena Universal, ésta de paso, Premio Municipal de literatura (1937), denuncian horizontes intelectuales sin límites. La política lo acercó en su juventud al radicalismo y a mediados de los cincuenta con su hermano Rodolfo fundaron la Unión Republicana con el afán de cambiar la política argentina que denunciaba desde hacía mucho tiempo serias deficiencias e incomprensiones. Nació en Gualeguaychú, Entre Ríos, en 1899 y falleció en Buenos Aires en l982 con la convicción de que las Islas Malvinas, recién recuperadas, serían incuestionable y definitivamente consideradas parte inescindible del patrimonio nacional.

Por Marcelo R. Lascano

Irazusta - La Política cenicienta del espíritu

 En este trabajo, el autor explica el fenómeno político a través de un enfoque inspirado en la filosofía tradicional, actualizada desde Platón y Aristóteles con los eslabones que se han ido agregando durante los veinticinco siglos siguientes. Nada quedó afuera. Cuestiona “el racionalismo ideológico”, porque todos los esquemas rígidos tienden a “desaprovechar las experiencias prácticas” que siempre actualizan, en direcciones razonables, el quehacer político en cada circunstancia. No propicia un enfoque inmodificable sino flexible, “deducible de la experiencia nacional”. El estudio realza la jerarquía de la “prudencia” como reaseguro contra las improvisaciones.

 Si se llegara a pensar en un enfoque conservador, irreductible, se incurriría en error, según puede deducirse de las explicaciones históricas que ilustran abundantemente la evolución de gobiernos y sistemas, sean monarquías, repúblicas, totalitarismos y regímenes de filiación marxista. Con Burke podríamos decir algo parecido a lo que se deduce del pensamiento evolucionista irazustiano. La recomendación “Conservar Reformando” de aquél, parece un criterio enriquecedor que, además, sirve para amortiguar o neutralizar improvisaciones de alto voltaje y riesgosas consecuencias.

En esa inteligencia, el autor subraya y lo confirma históricamente, la “inexistencia de un modelo universal”, vale decir, apto para cualquier circunstancia de tiempo y de lugar. Luego, “los intentos de adoptar modelos, al margen de idiosincrasias y valores culturales”, a su juicio, terminan en onerosas frustraciones que para peor, dificultan encarar procesos de recuperación rápidos y exitosos. Uno de los requisitos que asegura el éxito político duradero, con independencia de fórmulas invariables, permite deducir un binomio fácil de entender: “conducciones aptas que, además, deben responder a los requerimientos de cada particular momento”.

A partir de esa idea aparece otra observación propia. Subraya el valor de la “prudencia” y afirma que no es necesaria sabiduría, sino una “voluntad esclarecida”. Es que la inteligencia es para conocer y bienvenida, pero la voluntad es para obrar, y si la política es recta acción dirigida al servicio y bienestar de la  sociedad, se entiende la diferencia. La solidez y duración del sistema político en definitiva descansa en “la acumulación duradera de aciertos”. De allí que “son las experiencias afortunadas junto con tradiciones arraigadas”, los factores que enriquecen y extienden el encumbramiento de las naciones. Esta observación es válida para diferentes regímenes con prescindencia de los tiempos, como lo demuestran algunos giros copernicanos decididos por políticos esclarecidos, tal el caso de la nueva política económica identificada con Lenin en 1922, concebida, precisamente, para superar una crisis impredecible como consecuencia de la fractura y deposición del régimen zarista en octubre de 1917 y con fuerte arraigo en la identidad nacional rusa.

Cuando las “circunstancias históricas felices” tienden a “volverse rutinas”, entonces para nuestro autor irrumpe una suerte de “sistema colectivo”, por supuesto evolutivo y en un buen y apropiado sendero que no sólo instala la concordia, que no significa ausencia de conflictos, arbitrajes pacíficos mediante, sino también equilibrios indispensables para el progreso. En el Capítulo X, Corolarios, nuestro autor examina con excepcional rigor y generosa bibliografía las experiencias más aleccionadoras que le han servido para sentar las bases inspiradoras del libro y, hasta llega a explicar entretelones de la segunda guerra mundial que permiten enterarse, por ejemplo, de aspectos estratégicos del ingreso oportuno de los EEUU en el conflicto y de la alianza con Rusia para derrocar al régimen nazi, cuya competencia económica y potencialidad científica parecían a la sazón temibles y  amenazantes para la actual superpotencia.   

En conclusión, una obra tan inspiradora como necesaria para internarse en los meandros de la política y acceder a las reglas prácticas que parecen permanentes para afirmar el encumbramiento de las naciones. Es innecesario destacar que a lo largo de este trabajo siempre aparece, aunque implícitamente, la imagen de nuestra Argentina poco favorecida por el abuso de las transgresiones y la negación práctica de lo que en el libro se destaca como condición para generar aciertos duraderos.

Por Marcelo R. Lascano

"La Política ceniciente del espíritu" de Julio Irazusta ha sido recientemente reeditado por el Fondo Nacional de las Arte

Berlín, espejo de Alemania - Deutschlandsspiegel

Aunque tengo pendiente una crónica sobre Sevilla, probablemente la ciudad más resplandeciente del mundo, aprovecho el impulso de estar recién llegado de la energética capital de Alemania para dejar por escrito algunas impresiones sobre su paisaje y la densidad del momento histórico. 
 
Berlín, como todas las grandes capitales, es espejo y termómetro de la consolidación política del país que la rodea. Francia, con un proceso de unidad que lleva varios siglos (cinco por lo menos, si se quiere) tiene a París como muestra. Moscú, San Pablo, Nueva York y Buenos Aires, cada una con su tamaño y su proyección mundial, hablan de sus trayectorias históricas nacionales, con más o menos altibajos, pero que siempre conservaron la unidad política y territorial. No es el caso de Alemania, cuya unidad se demoró en un comienzo por mérito de Francia y Austria, y luego de la guerra fue interrumpida, una vez más, por decisión de la Unión Soviética (se acuerda señora?). Llegado el fin de la vigilancia comunista en Europa, no faltó una Margaret Thatcher que se opusiera a la reunificación, gesto con el cual diera un abrupto fin, sin el más mínimo escrúpulo, a la amistad que la unía con Helmut Kohl.
 
Berlín es hoy, de este modo, un producto de los últimos veinte años. Claro, hay restos geológicos del pasado pero, al igual que Viena (sí Viena) no tiene la prosapia de las capitales del mundo romano. En efecto, inicialmente Berlín es creación de Federico II, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, algo bastante reciente en la escala cronológica europea. Buenos Aires, en la joven América, pega el salto tan sólo un par de décadas después, de la mano de Cevallos. El siguiente impulso llega con la zollverein (unión aduanera polarizada por Prusia) de la década de 1830, y la mayor parte de la arquitectura monumental pertenece a esta etapa y las posteriores. Pero lo más destacable respecto a los grandes edificios de esta época es la atención que han recibido en estas dos últimas décadas de unidad Alemana. En efecto, la etapa actual de unidad establece un lazo con la que existió entre 1871 y la segunda guerra mundial, y lo hace mediante la meticulosa restauración de las construcciones gubernamentales e institucionales de esa época. El Reichstag, parlamento, que hasta hace 20 años había quedado arrinconado por el muro de la libertad, ha sido puesto a nuevo y es punto focal de un complejo de instalaciones de gobierno federal, todas concebidas con diseños de vanguardia. Pero el vínculo entre el presente y el pasado es aún más fuerte: se han reconstruído referentes urbano, de cero. El Hotel Adlon, a una cuadra de la Puerta de Brandemburgo, aparece hoy donde hasta hace quince años había un baldío que facilitaba la puntería de la policía socialista en dirección al muro. La escuela de Música, y el Stadtschloss, en torno al punto focal de la catedral evangélica son objeto de reconstrucción integral en su diseño original. Todos estos ejemplos están en ambos extremos de la mítica avenida Unter den Linden, reconstituída así en eje monumental central de la ciudad. Hay que sumar a esto, una espectacular renovación de toza la zona, a ambos lados de la avenida, con edificios nuevos que cuentan con locales a la calle y veredas activas. Y no podían faltar extensiones de metro que permitan el acceso a esta zona desde toda el área metropolitana de Berlín.
 
El centro de lo que fue la parte occidental “capitalista”, Kurfürstendam, pasa así a un segundo plano, al igual que  el centro de lo que fue la mitad comunista, Alexander Platz (una suerte de monoblocks dignos de nuestra Ciudad Universitaria o del urbanismo de las ciudades del Brasil). Entre el centro hoy renovado y la Kurfürstendam se ubica la Potsdamer Platz, proyecto de renovación a escala de lo que hemos visto en Puerto Madero, que comparte con éste el hecho de ser adyacente al centro histórico. 
 
La reconstrucción de Berlín inevitablemente remite a la lógica del espacio urbano preexistente. La Puerta de Brandemburgo, símbolo cortado por el muro ,por delante, es decir, con un fin fotogénico, ha recuperado su valor focal en la circulación de la ciudad por la reactivación de las funciones políticas y sociales de la ciudad, y en verdad la restauración en la puerta propiamente dicha no es de la mayor importancia. Es la propia ausencia de la mutilación cultural que significó el muro, la que ha oxigenado ésta y otras áreas de la ciudad. Por eso Berlín es muestra de los Alemanes que, a través de sus dos parlamentos, decidieron ser un solo país en 1990.
 
No puede dejar de mencionarse que, en sus memorias, Helmut Kohl se permite afirmar,  que la unidad alemana no hubuera sido posible si la ayuda de Dios (Gotteshilfe).

Por Marcelo E. Lascano

viernes, 6 de mayo de 2011

El rol hidrológico de los glaciares.

El rol hidrológico de los glaciares andinos se ha convertido en los últimos años en tema de debate. A diferencia de los conceptos de “impacto ambiental” ó “cambio climático”, que son abstractos, los glaciares son un fenómeno desplegado en el paisaje, y por lo tanto visible. En la Argentina esto se refuerza por la fama del glaciar Perito Moreno y su ruptura eventual.
Sin embargo, el estudio hidrológico de un glaciar es sumamente complejo, ya que su comportamiento entraña dimensiones difíciles de medir. La pérdida de masa, que incluye pérdidas por derretimiento y sublimación, y que parece ser la magnitud más obvia “a los ojos”, requiere el montaje de una grilla de sensores gps o del tipo, más un trabajo de procesamiento de imágenes radar nada sencillo. Esto presupone además conocer la topografía del lecho así como el ritmo meteorológico y energético durante el período de estudio.
A pesar de todo, es ya una verdad casi popular que los glaciares serían “reservorios”, “fuente” del caudal de ciertos ríos en el Oeste del país, los cuyanos. Acompañan muchas veces esta idea la mistificación o sacralización de las zonas montañosas como santuario ó relicto al margen del poblamiento histórico. Por último, la alta visibilidad de los glaciares, así como la relación entre la idea de hielo y temperatura, han convertido a los glaciares en una suerte de índice sobre el tema del cambio climático. Todos podemos “ver” qué pasa con el glaciar: si avance o retrocede de año en año es algo al alcance de quien tenga ojos para ver. Lo difícil queda así convertido en fácil, con el resultado previsible de caer en exageraciones y errores que no sirven ni a un propósito ni a otro: ni se ordena el uso del agua en zonas áridas ni se permite el desarrollo de proyectos de recursos naturales.
Debe distinguirse entre los glaciares del Sur del país y aquellos situados en las zonas más altas de los Andes Centrales. Entre los primeros pueden mencionarse el Perito Moreno, Uppsala, Viedma, en Santa Cruz, ó Frías, cerca de Bariloche, glaciares de tipo templado, cuya existencia depende en mayor medida de los grandes acumulados anuales de precipitación que de la temperatura. Alcanzan gran extensión y su velocidad de desplazamiento es mayor. Entre los segundos, con mucho menos prensa, están los glaciares desarrollados en las partes más altas de Mendoza y San Juan, muy cerca del límite con Chile. En estos casos el desarrollo del hielo está restringido a las partes más altas de la montaña, en cavidades protegidas del sol (expuestas hacia el sur y el oeste) donde la temperatura permanece la mayor parte del día bajo cero, incluso en verano. En este tipo de ambiente a gran altura se desarrollan también los denominados glaciares de escombros, flujos de sedimentos gruesos con hielo intersticial, combinación típica de climas semiáridos de altura.
Ninguno de los dos tipos básicos de glaciares que hemos descripto es “fuente” de agua, ni actúan como manantial. Los glaciares son tan sólo un eslabón intermedio. Pasemos ahora a centrarnos sobre el rol hidrológico de los glaciares en los Andes centrales, marco de referencia para la polémica entre la actividad económica y el impacto sobre glaciares. El origen del caudal de los ríos cordilleranos, en Mendoza y San Juan, es solamente la precipitación, es decir, la caía de agua desde nubes estructuradas en eventos asociados a perturbaciones de la atmósfera. Los glaciares son acumulaciones temporarias, a escala interanual, del aporte atmósférico de agua que ocurre durante el invierno. El hielo toma más de un año en formarse, proceso durante el cual el volumen de agua en fase sólida fluye ladera abajo en la montaña. Cuando ocurre que durante un invierno ha nevado poco, durante el verano siguiente el hielo de los glaciares queda expuesto a la temperatura más directamente (la energía del aire y la radiación solar de onda larga no encuentran nieve con la cual interactuar). Es en éste momento que el agua, aportada por las precipitaciones, pasa a la fase líquida y se incorpora al caudal.
Esta génesis que presentamos aquí puede ser útil tan sólo en un nivel didáctico. Si lo que se intenta es reglamentar alguna protección ambiental para los glaciares comienzan a tomar importancia aspectos más finos, cuyo tratamiento pasa de depender enteramente de parámetros cuantitativos. Todo especialista conoce las asimetrías que pueden surgir entre el conocimiento “en general” de su tema y las aplicaciones prácticas.
En primer lugar, desde el vamos el énfasis sobre el tema parece ser excesivo. El comportamiento de los ríos Mendoza y Blanco (afluente del San Juan) durante años de sequía extraordinaria sugiere que el rol hidrológico de los glaciares fue exagerado en el pasado, cuando aún los estudios hidroclimáticos en los Andes sólo comenzaban. En efecto, luego de la gran sequía de la segunda mitad de la década del ’60, se realizaron en Mendoza dos reuniones binacionales para establecer si se estaba ante una nueva fase climática e identificar las medidas del caso. En sus intervenciones todos los participantes hicieron referencia a los glaciares y a su importancia hidrológica, aunque ninguno afirmó exactamente su importancia en términos cuantitativos (ver Actas de las Primeras jornadas de nivología, de 1968, y El agua y el futuro regional que contiene las exposiciones durante la segunda reunión realizada en 1972).
Por otro lado, las imágenes de satélite han confirmado lo que ya indicaba la experiencia de los escaladores: existen acumulaciones de nieve que poseen un rol hidrológico similar al de los glaciares, asociadas a las grandes fluctuaciones interanuales en la precipitación de invierno. Nuestros estudios sobre el tema sugieren que, si bien para el río Mendoza el aporte interanual, que no se origina solo en glaciares, es de importancia (y por lo tanto para la zona de riego asociada), para otros cursos de agua no constituyen un factor determinante del régimen fluvial. Puede irse más lejos aún, y destacar que la regulación interanual del embalse Potrerillos es de mayor importancia, al aportar un volumen similar pero exactamente cuando los regantes necesitan el agua (ver Lascano, M. “ Contribución de glaciares al caudal de ríos cordilleranos durante años de sequía extraordinaria”. Revista Contribuciones Científicas GÆA, volumen 22).
Pero lo fundamental del tema glaciares estriba en la necesidad, generada por el concepto de inventario, de distinguir entre las variaciones hidroclimáticas de un glaciar y la eventual incidencia que tendría una actividad económica, instalaciones, operaciones, desarrollados en las proximidades de un cuerpo de hielo. En efecto, los glaciares pueden retroceder, avanzar y hasta desaparecer por causas naturales, sin que exista actividad humana en sus proximidades. Debe contarse entonces con información meteorológica e hidrológica, medida al interior de los Andes, para que en el futuro sea posible dirimir con datos objetivos, y con menos emocionalidad y aire de cruzada, si alguna actividad económica afecta la acumulación, avance y ablación de un glaciar. A partir de nuestras investigaciones hemos propuesto una metodología preliminar, basada en la relación entre los caudales de los ríos Colorado (Buta Ranquil) y Blanco (El Horcajo). Las mediciones en este segundo punto han sido descontinuadas por la Subsecretaría de Recursos Hídricos, y sugerimos reestablecerlas para monitorear el rol de los glaciares y manchones de nieve en el escurrimiento andino.
Por
Marcelo E. Lascano 2001-03-16
Publicado en "Energía y Negocios", mayo de 2011

martes, 5 de abril de 2011

Malvinas 2 de enero

   El 2 de enero de 1833 los habitantes y el comandante militar  designado por el estado argentino fueron expulsados de las islas Malvinas por Gran Bretaña. Desde entonces y hasta que las islas se reintegren a la soberanía argentina, este hecho debería marcar el criterio para una política en torno a las islas Malvinas.

   Ante la consagración de un lenguaje sobre el tema que, en mi opinión, anula siglos de historia política rioplatense ejercida en el Atlántico Sur, creo oportuno insistir con los sucesos del 2 de enero de 1833.  La restricción del tema Malvinas al 2 de abril diluye los hechos más importantes que conducirán a la resolución justa de la soberanía de las islas. Es interesante notar que así como últimamente la historia del país a veces pareciera no alcanzar más que las 3 ó 4 últimas décadas, respecto al “tema” Malvinas poco o nada parece haber ocurrido antes del 2 de abril de 1982. Una de las consecuencias más visibles de este corte con cualquier hecho anterior es el surgimiento del teorema de “los isleños”, alegado por Gran Bretaña, como argumento discursivo que hasta hoy empaña la comprensión de los factores políticos que intervienen en Malvinas.

   Más importante es rescatar del olvido la expulsión política de la Argentina de las islas, circunstancia en que se vieron envueltos algunos “isleños” cuyos “deseos” no formaron parte de la “negociación” del 2 de enero (si bien el tratamiento de Malvinas se proyecta hacia las Georgias y las Sándwich, estos dos grupos tienen caracteres propios; de manera similar, cabe destacar que el tratamiento del Sector Antártico es independiente del tema Malvinas).

   Vale acudir, aunque sólo sea brevemente al remanido pero útil recurso de enumerar algunos antecedentes previos a 1833. Para no cansar al lector diremos que luego de idas y venidas, los franceses antes y Gran Bretaña en 1774 se retiran definitivamente de las islas. Desde entonces hasta 1833 se suceden 19 gobernadores españoles y 6 más designados por la Argentina. La famosa placa que dejan los ingleses antes de retirarse es llevada a Buenos Aires, pero los hombres de la Reina la recuperan durante su visita a esta capital en 1806. No la habían olvidado. Considerando la integración efectiva plasmada en la integración jurisdiccional (la constitución de autoridades y su continuidad) y la territorial (el poblamiento y el desarrollo económico y comunitario), el cúmulo de títulos preexistentes pasa a un segundo plano. Por este motivo resaltamos la transformación de la islas en una parte de los países del Plata, más allá de quien las descubriera, de la nacionalidad del buque, de la expedición o del personaje a cargo. El caso de las Malvinas puede compararse con el de la asignación jurisdiccional del extremo sur de Sudamérica, que tantas idas y venidas ha suscitado entre la Argentina y Chile. Si bien el confín de la Intendencia de Buenos Aires se determinó en el del continente, la falta de ocupación y poblamiento dejó margen para despertar el interés de la ex–Capitanía General de Chile. No está demás recordar que la primera constitución de este país señala su límite sur en el río Bío Bío (a la altura de la mitad de Neuquén). En torno a Malvinas la realidad geográfica fue más clara antes, durante y después de la independencia.

   Volviendo al 2 de enero de 1833, quizás la mejor manera de incorporar la escena de la expulsión a nuestra inteligencia sea jugando al director de cine. Sobre un paisaje típico de Malvinas podemos imaginar algunas casas en torno a la sede de la comandancia y algo/bastante de ganado (entonces bordeando las 36000 cabezas, Daus, 1982). Sin internet, sin telégrafo submarino siquiera, la llegada de la fuerza británica no tuvo más anticipación que el avistaje sobre el horizonte. Ya en tierra quien encabezara la parte inglesa debió dirigirse al comandante-gobernador Pinedo con la orden de abandonar las islas. Aquí es importante notar que en ese momento de la historia para las grandes potencias los países de la América hispana no constituían más que un remanente geopolítico sin caracteres propios. Quien tenga dudas sobre la consistencia geográfica, aunque no política, de la Argentina en esos momentos puede leer “Geografía y Unidad Argentina”, de Daus. Y para mayor seguridad compararla con la del Brasil en la misma época (tomo IV y V de Rosa, José María. Historia de la Argentina). De esta manera no es difícil imaginar el tono y la vehemencia con la que debió conducirse la fuerza británica. La escena puede cerrarse con dos planos: uno desde el barco al que debieron subir por la fuerza el comandante y los habitantes de las islas, y otro desde la costa, correspondiente a lo que vieron los “nuevos” ocupantes de las islas.

   La Argentina reclama las islas porque, al igual que las demás partes de su territorio, fueron primero asignadas a la jurisdicción española, luego ocupadas y por último conformaron la vida cultural y económica del país –es decir, política. Estas 3 etapas forman parte de lo que puede denominarse integración territorial. La ocupación del 2 de abril se suma al proceso histórico que determina que las Malvinas componen el territorio de la Argentina. Por cercanía en el tiempo, o por mayor disponibilidad de información, el 2 de abril ocupa un espacio desproporcionado en el tratamiento del problema. A raíz del carácter gradual de la expansión del Río de la Plata hacia Malvinas y el Atlántico sur no sería correcto recordar una fecha del S XVIII referente a un inicio de la presencia argentina en las islas, porque en definitiva tal inicio no existe estrictamente. Aquí  dejo abierta la pregunta, con sincera curiosidad: ¿por qué detener nuestra atención en el 2 de abril de 1982? ¿Cómo se dimensiona de forma más precisa su significado al interior de una historia territorial de 3 siglos?  

   Porque la naturaleza de la expulsión de 1833 debería llevarnos a conmemorar en primer lugar lo que vivieron nuestros antepasados aquel 2 de enero, forzados a abandonar sus hogares, desarraigados de su comunidad y despojados de su trabajo y de sus bienes.

 Por Marcelo E. Lascano

Referencias

- Daus, Federico. Las islas Malvinas. Oikos. Buenos Aires. 1982. Originalmente publicado en 1955 por la Facultad de Filosofía y Letras, UBA.
- Lascano, Marcelo. El Sector Antártico en la integración territorial de la Argentina. En preparación.

miércoles, 23 de marzo de 2011

El lago Michigan

Algunas líneas escritas hace algunos años cuando me tocaba convertirme en habitante de la ciudad de los vientos...

¿Cómo están amigos allá en la Argentina? Por mi parte van bien las cosas, metido en la cursada y en los trabajos prácticos de cada materia. Y todavía no terminé de llegar, quedan trámites por hacer, como abrir una cuenta bancaria y sacar tarjeta de crédito para empezar a contar con "credit history", extrañísima categoría con la que las bases de datos de bancos, compañías de seguros y medicinas prepagas clasifican el buen o mal comportamiento de los gauchos que andan por acá.
 
Sería muy aburrido contarles qué materias estoy cursando, sobre todo con un lago como el que hay acá a unas cuadras, que he frecuentado todo este tiempo. No puedo dejar de dedicarle algunas palabras.
 
La primera llegada al lago  fue un encuentro geográfico. Como un Colón al revés llegando por tierra al agua del lago grande que en el mapa abunda en celeste. Tal momento cumbre ameritaba probar el líquido, a ver si era cierto que no se trataba de un émulo occidental del Caspio. Efectivamente el agua es para mate nomás, y mucho mate. Eso sí, como la del nuestro  Nahuel Huapí, necesita un rato más al fuego que la de la canilla, porque está helada. Y ya que nos acordamos del lago de egresados, no está demás decir que si en sus profundidades habita el Nahuelito, el lago Michigan merece un Nahuelazo. Y no hablo de un movimiento social encabezado por un tal Nahuel, más digo que a gran lago gran mito. Es raro que todavía no hayan echando mano al mito lacustre para traer turistas o construir todo un museo dedicado a la periferia de algo que no existe. Si existe un museo de la Coca-cola en Atlanta.....aunque me cuentan que vale una visita...
 
¿Un lago grande, es un mar? ¿Un mar dulce? Perdón Solís, pero no estoy de acuerdo. En la costanera de selecta Evanston hay una senda para deportes, y voy a correr ahí seguido. También me he pasado alguna que otra tarde recordando tangos en las pequeñas playas del lugar. El paisaje lo presiden las olas, por vista y oído. Y la respuesta a la pregunta vienedespués de varios días de ver que al lado de los caballos de Mar del Plata, en las playas del Michigan no hay más que corderitos mansos rompiendo, que entristecen al más entusiasta surfista. Unas olitas hay, una tristeza! Alfonsina nos hubiera dejado muchas más poesías (me falta empezar a leer las que nos llegaron)  ...las mismas olitas del Nahuel Huapí,  las tenemos acá, en este lago que se escapa hasta donde alcanza la vista. Conclusión: con mucha agua hasta el horizonte no alcanza . Cuando digo mar necesito olas de esas que a los 8 años son un desafío traspasar. Como las olas que en alguna playa le dieron dos palizas seguidas a mi hermana Carolina , antes de que yo la rescatara. De nada. Juro que en el lago Melinquina, Neuquén (creo que el monumental es más grande) vi olas con más polenta.
 
Y por si esto no te convenciera estimado Solís, lo que le falta al paisaje del Michigan, para ser mar, es el andar pesado y recto de los barcos del ultramar. Con eso hasta te diría que nuestro río, digo río, de la Plata se acerca algo más a ser lo que vos decías. Pero mirando desde Evanston los edificios del centro de Chicago, a la distancia, se hace desear algo así como un puerto. Con nueve millones de personas recostadas sobre el lago, el agua despoblada es un paisaje contrastatemente luctuoso. Los fines de semana, a modo de tímida colonización, los puntos blanco de las embarcaciones deportivas desdibujan algo el límite entre agua y tierra. La presencia de Chicago a la vera de aguas no navegadas me hace pensar como sería Lisboa antes del descubrimiento de América. Pero acá el paisaje engaña, porque la otra costa no se ve, pero está a la vuelta de la curva global. En verdad, nadie se mete allende, porque no hay allende a donde ir.
 
Así que al pan pan, y al Michigan lago.  Y al Michigan lo quiero así, grandote, mansito y medio despoblado como está, porque, como los lagos de Palermo, es perfecto para acompañarme un rato mientras corro.
 
original de octubre de 2007

lunes, 31 de enero de 2011

No hay “milagro brasileño” sino un gran trabajo de siglos

Y bueno...la filiación con el autor no resta agudeza a las observaciones que siguen...

Sólo en una atmósfera cultural heredera de generalizaciones abstractas si no ideológicas, podría sorprender el encumbramiento de nuestro importante vecino Brasil. El crecimiento, si no el desarrollo alcanzado, el mejoramiento de las condiciones de vida de su población, el ingreso al club de firmas internacionales de la mano de la penetración productiva y comercial en todo el globo confirman ascendente prestigio e influencia internacional.
No hay milagro.
La llegada consagratoria a importantes foros, la conquista del investment grade y la selección del país para ser sede del próximo Campeonato mundial de fútbol (2014) y de las Olimpíadas a celebrarse en 2016 ratifican la influencia de una geopolítica observada con fidelidad desde el Tratado de Tordesillas (1494).
Por supuesto, el secular transitar no ha estado exento de errores, abusos y contratiempos. Empero, los logros superan a los desaciertos.
La irrupción de los últimos años con Lula o Cardoso, si se prefiere, no es ajena al espíritu innovador del varguismo (1930) y menos de las arrolladoras ofensivas políticas protagonizadas durante el siglo XIX. Así Brasil consolidó derechos territoriales en casi 8,5 millones de km2 y límites con diez países. Además, tempranamente se afianzó en la Cuenca del Plata y su sistema de ríos navegables único en el planeta. Instalada pacíficamente en Río durante la invasión napoleónica (1808), la Corte de Lisboa, sin costear guerras por la independencia, durante el siglo XIX con Pedro I y Pedro II afirmó paulatina y exitosamente la empresa política.
Frente a nuestras desinteligencias, el camino hegemónico estaba expedito . Maltratamos a San Martín, unitarios enredados en disquisiciones en medio de la anarquía sembraban vientos de tempestades, dos próceres indiscutidos por muchas razones parecían no entender la importancia política del territorio, la fractura de la unidad en ligas provinciales caprichosas delataban una peligrosa debilidad institucional. La pérdida del Alto Perú y de la Banda Oriental, junto con la guerra de la Triple Alianza, reportaron dividendos territoriales que constituyen un capítulo importante para entender el ascendente señorío geográfico de Brasil, para cuya concreción la alianza tejida pacientemente y sin escrúpulos contra Rosas en 1852 coronó la estrategia.
La Argentina resignaba territorio e influencia mientras Brasil ganaba. Esta diferencia político-estratégica-cultural es fundamental para explicar lo demás.
Sin reparar en el espíritu ambicioso que muestra la empresa nacional brasilera, es difícil entender los resultados que hoy maravillan a expertos y profanos.
La expresión Orden y Progreso simboliza el escenario y la aspiración que el binomio Cardoso-Lula hizo realidad por no alejar la cuestión de la actualidad que nos preocupa. Sin un giro ideológico apropiado para operar en un mundo con nuevas reglas de juego post Reagan y sin rivales para la superpotencia, adaptaron el método precursor de Getulio Vargas y definieron un posicionamiento occidentalista alejado de fantasías sin porvenir.
Sin perder dignidad, Brasil empezó o refinó una política que lo colocara como actor internacional . Sin claudicaciones, como lo demostró en el caso Irán, ascendió en casi todos los campos del quehacer internacional y encabeza muchos indicadores comparados, con sombras en muchos casos, pero cuyas mejoras no pueden ocultarse o subestimarse , tal el caso de la disminución de la pobreza o el aumento de la clase media durante Lula. Los críticos deberían preguntarse si las alternativas, populistas o no, hubieran mejorado logros como la pertenencia al G-20, el BRIC o el G-4 para conquistar definitivamente una poltrona en el Consejo de Seguridad, o pertenecer a la elite que produce aviones y que exporta alimentos que hace cinco años importaba y cuyos logros en energía han merecido tanto reconocimiento como su justificada aspiración nuclear (pacífica y militar) para defender su riqueza marítima amenazada por la codicia de terceros.
Cristina Kirchner proclamó admiración cuando en Madrid, frente a Lula, afirmó: "Siento envidia de ese orgullo nacional que tiene la República de Brasil ..." Más allá del cumplido, la realidad se impone.
Nuestros desaciertos, como las ofensas dirigidas en 2005 al ex presidente Bush en Mar del Plata, por ser contemporáneos, sirvieron elocuentemente para estrechar los vínculos de Brasil con los EE.UU. Al convite excepcional de Lula a Camp David, de inmediato le siguieron acuerdos provechosos mientras nosotros ganamos la descalificación de anfitriones inescrupulosos. Lo menos importante es la descortesía, que por cierto lo es.
El problema es que si la Argentina tuviera una refinada estrategia que contemplara que esos desplantes barriales favorecen a nuestro rival, el episodio no hubiera sucedido y otra sería nuestra imagen .
Afirma el Stratford Report (oct. 4, 2010) que mientras la Argentina está desorientada, Brasil puede "capitalizar la oportunidad para dominar la región" y subraya que "Brasil enfrenta las mismas oportunidades geopolíticas y desafíos con prescindencia de quién ejerce la presidencia." La política internacional responde al largo plazo. Esta es la brújula y la estrategia la ejecuta.
Aunque rivalidad no necesariamente debe identificarse con enemistad, la creciente presencia de Brasil en la región debe examinarse para articular políticas compartidas . La expansión de sus empresas nacionales en Bolivia, Paraguay y Uruguay favorece a los países de adopción y fortalece alianzas.
La Argentina debería ajustar su gestión en la Cuenca del Plata con provecho también para los otros actores . A Brasil también le conviene, porque su infraestructura interna de transporte demanda ingentes recursos para penetrar en el interior amazónico amenazado por depredadores de diferente laya. Una política de ríos adecuada multiplicaría las posibilidades de desarrollo compartido en el ambicioso espacio continental.

Por Marcelo R. Lascano

Publicado en "Clarín" el 24 de enero de 2011

Nueva...¿qué?

Carlos Larraín ante todo puede caracterizarse como un tipo con quien dan ganas sentarse a tomar una cerveza y comer una buena picada... personaje de buen humor, preludio de la inteligencia...el artículo fue publicado en Chile hace algunas semanas, pero su validez supera las circunstancias de ese país


Por estos días se habla de la reformulación de ideas políticas. Desde la izquierda simplemente lo han hecho sin anuncio; no hacía falta, porque la extensa influencia del marxismo teórico y práctico literalmente se desplomó. Atrás quedaron la vía armada, el desprecio por las instituciones "burguesas" (Parlamento, tribunales y Fuerzas Armadas), las loas a Stalin, la confianza en la inevitable evolución de la infraestructura económica. La izquierda aparece sumada a la economía de mercado, a las elecciones periódicas y a la exaltación de ciertas formas de libertad bajo el lema "La economía para los burgueses, la cultura para nosotros". ¡Esa sí que fue voltereta!

En cambio, los partidos que van desde el centro a la derecha (DC, PR, RN y UDI) no tuvieron que sufrir ningún cataclismo. Simplemente fueron adaptando y revitalizando lo sostenido por décadas, aunque con énfasis variables: republicanismo; primacía de la persona sobre el Estado (la sociedad existe para la persona y no al revés); intervención estatal en pro de la justicia y bien común; honradez en los negocios públicos y privados; respeto por la vida y protección de la institución familiar basada en el matrimonio. Todo esto iluminado por la idea de la libertad, pero en sus aplicaciones reales: nacer, estudiar, trabajar, formar familia, asociarse, rezar, pensar, enseñar, hablar, escribir y votar. Particularmente en la derecha siempre hemos sabido distinguir entre la coacción y la conducta virtuosa, y por eso no confiamos tanto en los resortes del poder.

Quienes trabajan en política deben formular sus ideas todos los días para hacerlas comprensibles a fin de que muchos adhieran a ellas sin obcecación ideológica. Ahora bien, para expresar ese ideario, hacerlo inteligible y persuadir, hay que conocer primero esas grandes afirmaciones. Sólo así se podrá lanzar una política de alto vuelo. Siempre habrá que conocer lo probado para discernir lo nuevo y valioso.

¿Neoliberalismo en aprietos?

Guy Sorman, a quien pude escuchar en otras visitas, está muy marcado por su admiración liberal por el capitalismo sin trabas morales ni sociales. Viene de una cultura secularizada y cuestionada por la realidad desde varios ángulos. En Occidente la comunidad está hecha trizas y el Estado hinchado a expensas de ella. Pobre resultado para los que tanto dicen velar por la autonomía individual creyendo que ha ocurrido un desenlace neoliberal.

Para aquilatar el aporte de esta tendencia, ¿duda alguien de que Europa, a pesar de la prosperidad, a ratos esquiva, manifiesta altísimos índices de infelicidad? En Inglaterra, la vida promedio en ciertos lugares es inferior a la del Yemen debido a la violencia criminal, y el 50% más pobre redujo a una duodécima parte su participación en el capital distinto al inmobiliario entre los años 1976 y 2003. En Europa, divorcio, altísimas tasas de nacimientos fuera del matrimonio y, como si fuera poco, un aborto que campea, acelerando el desplome poblacional y su lógica contrapartida, la inmigración, tan súbita y numerosa que distorsiona el aporte que pudo traer.

¿El comentario atribuido a Guy Sorman implica rechazar sólo el cristianismo o es también rechazo a la presencia de cualquier factor religioso en la plaza pública? Si fuera así, quedaría la razón como principio de orden, y eso ya es algo en tiempos de irracionalidad descarada. Sin embargo, para la humanidad corriente la razón va de la mano de la religión, cualquiera sea. Esto es cierto para judíos, cristianos y musulmanes. La razón emancipada ha producido estragos espantosos: el comunismo, el nazismo, y hasta la destrucción de Hiroshima y Nagasaki en la agonía del Japón.

Todavía no hay que confundir las grandes ideas en que se basa el modo de vida occidental con las políticas concretas que dichas ideas puedan inspirar, ni menos con la aparición tan prematura de presidenciables cuando aún no pasan ocho meses del nuevo gobierno.

Publicado el 19 de noviembre de 2010 en "El Mercurio"

martes, 25 de enero de 2011

Mirando América desde El Paso/Juárez

escrito hace algún tiempo por

Marcelo E. Lascano

En febrero pasado me invitan a pasar algunos días en El Paso, ciudad estadounidense ubicada sobre el límite con Méjico. Si la emigración mejicana ha alcanzado Chicago, 3 horas de avión al norte, cuál será el paisaje, tan sólo río de por medio? Con millas acumuladas en el programa de viajero frecuente el pasaje es gratis, así que valen para ir a donde hay amigos, y si hablan español, mejor, y de paso conozco El Paso, y a Juárez paso. Pasadas tres horas de avión desde Chicago un amigo, David Galicia, me pasa a buscar por el aeropuerto.

Como para que no tengan dudas ni los habitantes de El Paso ni yo, la omnipresencia en el paisaje del automóvil y las respectivas playas de estacionamiento marcan que hasta aquí llega la expansión geográfica del proceso histórico estadounidense. Sobre una aridez cuyana, sequedad repartida entre ondulaciones leves, la ciudad se agrega a partir de conjuntos residenciales del típico suburbio californiano. Únicamente sobresalen algunos edificios del centro, monumentos a la propia civilización del trabajo, al homo faber de la personalidad estadounidense. Yendo por la autopista que viene del aeropuerto estas torres se agrandan a medida que nos aproximamos. Me pregunto si no es su rol principal, pero inintencionado, cristalizar para los sentidos la presencia de una cultura. Probablemente también sirvan para sostener sillas y escritorios, y personas los días hábiles. De fondo cierran el cuadro las primeras estribaciones de las Rocallosas, curtidas por un sol que en verano no perdona, pero que en invierno acaricia la piel enfriada de los que vivimos en el Michigan. La semejanza con el paisaje que cruza el acceso sur de Mendoza es notable.

La otra mitad de la ciudad es lo que se llama Ciudad Juárez, donde más de 2 millones de mejicanos viven y trabajan al otro lado del límite internacional. Urbe de crecimiento reciente y rápido, Juárez se despliega también con rasero bajo, extendiéndose más allá del horizonte que marcan los miradores de El Paso. Con un régimen flexibilizado de importación temporal de piezas y partes, la instalación de ensambladoras y plantas de procesamiento atrajo cientos de miles de mejicanos desde el centro y, me dicen, sur del país, en busca de trabajo. La producción se dirige a los EEUU. Si bien los aún más bajos costos laborales de China frenaron el crecimiento de esta modalidad, el norte de Méjico sigue siendo la sede de gran parte de la producción industrial requerida por los EEUU. Estas fábricas son en su gran mayoría de capitales internacionales que también poseen establecimientos del tipo en China. El Paso, sin un entorno productivo agrícola, viñatero, o minero, es el principal centro de servicios de Juárez. Cuando tose la economía de los EEUU tose Juárez, y estornuda El Paso, en ese orden de intensidad. Y si de la boca se trata, desde tan al norte como Denver llegan a Juárez quienes buscan atenderse con dentistas mejicanos a precios sustancialmente menores.

El río Bravo del Norte, o río Grande en inglés , no separa a la Argentina de los EEUU, pero probablemente represente el límite para muchos países Hispanoamérica. Así, con todo, mientras manejamos por Juárez David  desde lo hondo del pensamiento me dice: ¿cómo hacerle entender a los gringos (=short for estadounidenses) que no todo Méjico es así? - Poco problema, David. ¿Cómo hacerles entender a los gringos que la Argentina no es Juárez? En honor a la distancia, el estereotipo debería diluirse en algún punto del trayecto hacia mi lejano país. “Ouuuu, Argentina, I’ve been to Ecuador once”, me dijo una vez alguien que no era ecuatoriano, y no cuando ya avanzaba la noche en algún boliche, sino una destacada profesora universitaria en una reunión bastante formal.”I have no idea what it is like – dije – It’s 5000 km. from where I live”.

Juárez es Méjico, es lo primero que nos informa el mapa, pero es cierto que no representa al área central del país. Si bien la zona ha contado con presencia española por lo menos desde el siglo XVII, sólo comienza a desarrollarse a partir de los ’60. Y es hace menos tiempo aún que el boom industrial permitió el crecimiento meteórico de la población. Juárez entonces tampoco es Tepic, ciudad próxima a Guadalajara donde se crió David. Ubicada en el núcleo geohistórico de Méjico, esta ciudad es producto maravilloso del despliegue de España en América. Las características y méritos de este proceso histórico nos son, en general, desconocidos en una Argentina dónde la presencia de los peninsulares si bien no es más tardía, sí fue más mercantil y menos humanística. Las impresiones del verde Jardín de una hacienda hechos sonido, a través de la música mejicana es un ejemplo de esa identidad a la que se refiere David. No poco de ella puede reconocerse en Juárez, pero como esta ciudad es resultado de condiciones políticas y culturales más recientes, que nada tienen que ver con España, la identidad mejicana existe de alguna manera en medio de nuevos factores: estar sobre la frontera no es precisamente uno de los más positivos. La Ciudad de Chihuahua, unos 200 kilómetros al sur, es también un producto reciente del crecimiento urbano de Méjico, pero está lejos de presentar la atmósfera enrarecida de Juárez.

Pero si Juárez por si sola es sociológicamente atrapante, el contacto entre Juárez y El Paso con todos sus contrastes provoca las reflexiones más profundas. Como tenemos dólares, nos metemos con David en un muy buen restaurant de Juárez. Tequila, limoncito, etc, con el estómago vacío para empezar. De lo que hay en el menú trato de filtrar lo que no tenga picante, tras lo cual debo conformarme con pedir algo que tiene “poco”. Como el que me dice “poco” es David, acto de confianza ciega mediante pido, y cuando llega el “platillo” efectivamente la comida tenía “poco”, poco gusto a otra cosa que no sea picante. La carne que supuestamente había venido sobre el plato era como la herencia Hispánica en Juárez, perceptible sólo con gran esfuerzo. Más allá de que, mientras sea con gente amiga, siempre se la pasa bien, creo que volvería a ese restaurant antes que a casi todos los restaurantes a los que ido del otro lado, sea en El Paso, sea en Chicago o Washington. Porque en definitiva la atención de los meseros hace la diferencia: mientras estuvimos allí David y yo fuimos tratados como invitados a una casa de conocidos. Creo que existe una escala que va desde una calidez verdadera, nunca actuada, como la del restaurant de Juárez, hasta la intervención del waiter, típica en los EEUU, cuando con la comida ya servida se acerca para preguntar “is everything all right?”. Aunque con buenas intenciones, según mi experiencia esta pregunta es eficacísima para interrumpir un diálogo, o para coincidir con el uso máximo de la capacidad portante de nuestro aparato bucal: ¿cómo no tener ganas de mandar al diablo al amable mesero?. Y ni entremos en el enigma del pan, especie inexistente del río Bravo al norte.

Terminada la comida en Juárez es hora de pasar el test de migraciones para volver a El Paso. Con nuestras visas logramos derrotar al oficial de turno. David me pegunta - ¿te sientes más tranquilo de ya haber vuelto de este lado? – La verdad que sí, respondo. Es que, a diferencia de lo que podría pasar en un aeropuerto, la negativa para entrar nos hubiera dejado en el escenario semianárquico de Juárez, con sus cárteles y mafias, su policía dubitativa y su alcalde sobrepasado por la realidad. En esta ciudad dichos problemas existen de una manera muy aumentada por estar sobre el límite internacional, y con un país rico. Puede insistirse acá sobre cuán poco representativa es Juárez de Méjico, o sobre la Argentina. Pero el saborcillo de la desorganización, la corrupción y la falta de conciencia cívica se me hace familiar, tanto más cuando se presenta exacerbado. Así como nuestro país comparte virtudes con muchos otros, no puedo decir que desconozca algunos de los problemas de Juárez. Volver a El Paso, es decir, volver a la atmósfera de la previsibilidad y seguridad de los EEUU, luego de ver la versión extrema de ciertos problemas culturales me hace pensar en la Argentina de hoy. Ya del lado estadounidense David me lleva a recorrer el espectáculo de los alambrados y luces que resguardan el límite internacional, cosa digna de verse. Mientras seguimos la monótona longitud infranqueable, pienso que en definitiva los restaurantes de Buenos Aires, o los de Mendoza, que en mi subjetividad tengo el impulso de considerar los mejores del mundo, de hecho combinan la calidez del restaurant de Juárez con mesas en la vereda, una vereda que no ofrece riesgos. Juárez no es Tepic, claro, y tampoco Buenos Aires. Pero pertenecen ambas a uno de los grupos identitarios que definen el mundo de manera generosa. Así y todo, esa gran cohesión cultural, tan diversa y una como para incluir países disímiles como Méjico y la Argentina, no tiene claro su rumbo político y el sentido cívico en sus dirigencias es frecuentemente débil. En nuestro país el temor a dar un carácter político a nuestra personalidad es, bajo distintas formas, un mal que aleja las mejores personalidades de la vida pública. Me pregunto, ¿es ésta la mejor manera de expandir nuestras virtudes y evitar que existan los problemas de Juárez?