viernes, 21 de noviembre de 2014

Nuestro territorio y Obligado


Hacia comienzos de noviembre de 1845 una flota compuesta por naves militares principalmente francesas, acompañadas por otras inglesas, partió de Montevideo en dirección a la desembocadura del río Paraná. Una vez allí atacaron la isla Martín García, mientras un grupo liderado por Garibaldi atacó Gualeguaychú, Paysandú y el Salto.

Luego continuaron su marcha, deteniéndose unos días a la altura de Baradero, donde les llega información de que se había fortificado la orilla Sur a la altura de la "vuelta" del río, en Obligado, una curva pronunciada donde se angosta el cauce del Paraná.

Allí estaba Mansilla liderando los preparativos para dificultar, no otra cosa era la finalidad, el paso de la flota invasora. En efecto, esta flota invadía nuestro territorio como respuesta física a la diplomacia de Rosas, desplegada en los numerosos intercambios con los representantes de los países mencionados.

El esfuerzo del país fue exitoso, ya que, si bien las famosas cadenas no impidieron el paso, lograron hacer notar a las potencias invasoras las dificultades de navegar el río sin la anuencia del país. Resumiendo las peripecias que enumera, entre otros historiadores, José María Rosa en el tomo V de su Historia Argentina, en un ciclo que dura unos siete meses, la flota pierde numerosas embarcaciones por el fuego originado desde las orillas, queda desprestigiada ante la comunidad comercial de Montevideo, alcanza la Provincia de Corrientes, se detiene en Paraná y retorna, sufriendo nuevamente pérdidas materiales, sin ninguna otra interacción con el territorio. Los buques sobrepasan las famosas cadenas, pero no logran su objetivo, que se abandona
 en los hechos el 4 de Junio de 1846 tras el combate de "El Quebracho", que llevaría al cese de las hostilidades, con lo que termina la intervención naval anglo-francesa. El  13 de julio de 1846 Sir Samuel Tomás Hood, con plenos poderes de los gobiernos de Inglaterra y Francia, solicita a Rosas "el más honorable retiro posible de la intervención naval conjunta".

En Corrientes la flota estuvo al abrigo del General Paz, a quien, siendo culpable de crímenes, Rosas se había negado a encarcelar hacia fines de la década de 1830. Los historiadores, uruguayos en particular, han mostrado cómo Paz junto con el Brasil mantuvieron un proyecto para separar las provincias de la Mesopotamia, proyecto por el cual Florencia Varela realizó un viaje, un roadshow, por Europa.

Urquiza, como explica Beatriz Bosch en uno de sus libros, recibe a los invasores e interactúa con ellos: recibe un homenaje por el 25 de Mayo. Luego actuará en forma contrastante, reportando a Rosas los detalles de las intenciones de Paz. Amigos son los amigos.

La invasión había sido planeada con anterioridad, a tal punto que el mismo José de San Martín –cuyo genio político no era inferior al estratégico- opinó sobre las dificultades de tal expedición a poco más de un mes de iniciada la misma, en carta a Federico Dickson, comerciante inglés y cónsul de la Confederación en Londres, publicada en la prensa inglesa a comienzos de 1846 y que completa la muy conocida a su amigo Tomás Guido de octubre de 1845  (“Es inconcebible que las dos más grandes Naciones del Universo se hayan unido para cometer la mayor y más injusta agresión que puede cometerse contra un Estado Independiente…”).

Vicente López y Planes –sí, el autor del Himno- escribió un segundo himno para homenajear los combates de Obligado.

Las actitudes de estos dos próceres de la independencia deben ser mencionadas, ya que nuestra historiografía los presenta como piezas de decorado, más que como personas que tuvieron la oportunidad de direccionar los hechos políticos y culturales del país en momentos fundacionales. Después de escribir el Himno y después de cruzar los Andes los dos históricos de Mayo son guardados en el depósito de la utilería de las incompletas historiografías de mayor vigencia, las historiografías cómic  donde los personajes actúan sobre la base de postulados inacabados y no sobre razonamientos que valoraban la cohesión histórica del país.

Debe completarse el proceso acumulativo de nuestra historia. La conformación del territorio suele ser una variable ausente, como lo notó Daus en el prólogo del Atlas del Desarrollo territorial de la Argentina: un espacio geográfico, con antecedentes históricos de cohesión, sujetos a una comunidad política. Nótese el carácter abstracto de estas categorías, que marcan la diferencia entre el concepto de territorio y el de paisaje, siendo el segundo más amigo de la literatura que suele reemplazar la historia del país entre 1830 y 1852.  

La importancia de los hechos de 1845/6 se respalda no sólo en la gestión y autoridad de sus protagonistas sino también en quienes descollaron en la década de 1810. La labor diplomática previa y posterior de Rosas culmina con los Tratados Arana-Southern y Arana-Lepredour, que reconocen la navegación del Paraná sujeta a las leyes de la Confederación Argentina (y del río Uruguay en común con el Estado Oriental), con las implicancias obvias en materia de derecho internacional y soberanía.  

Lamentablemente para nuestro país esto no ocupa un primer plano en nuestros criterios historiográficos. Hay para todos los gustos.

Los próceres de la independencia ya eran viejos en la década de 1840, pero estaban vivos, y se manifestaron, conscientes, más que nadie, de que lo que había comenzado en 1810 aún estaba madurando. Juan Manuel de Rosas, con ellos, tuvo la claridad –en un medio cultural superficial y temeroso, excesivamente afecto a las letras- en un momento crítico de que las historia estaba dando a la Argentina la oportunidad de consolidar uno de los pilares de su organización estatal: el de la individualización del país en el plano internacional.

Por Marcelo E. Lascano

lunes, 7 de julio de 2014

Brasil de las Minas Gerais

Los países alojan procesos culturales surgidos desde una profundísima historia, cuyas manifestaciones se reparten heterogéneamente sobre el territorio. La amplitud del espacio geográfico diversifica la forma en que un pueblo impresiona nuestros sentidos, y Brasil es un país grande. 

Su extenso perímetro tiene por particularidad recostarse ampliamente sobre la mar océana. Si la primera idea que tenemos del Brasil se relaciona con playas y aguas cálidas, no es sólo producto del conocimiento veraniego, sino también del propio territorio. Al contrario de lo que sucede con Canadá o Rusia, países extensos pero insulares al mismo tiempo, Brasil es un país volcado hacia sus costas, y para los brasileros mismos su litoral Atlántico es un pilar irremplazable de su identidad. La ocupación de este extenso contorno marítimo le llevó al Brasil buena parte de sus primeros siglos. Los rioplatenses, en cambio, debimos ocuparnos primero del interior y sólo hacia el final del siglo XVIII nos dirigiríamos hacia el Sur costero.    

Sin embargo, mientras armaban el contorno Atlántico, los lusitanos mantuvieron la consigna de la ocupación del interior. Tanto fue así que acuñaron el término sertao, referido a la zona interior correspondiente a la latitud del punto de la costa del caso. Así, Recife tuvo su sertao, mientras San Vicente el suyo. La palabra indicaba un potencial. Fijó en el vocabulario la idea del interior , cuando la vida cotidiana pasaba enteramente por los puertos y las navegaciones, cuando aún Portugal no contaba con recursos para emprender su integración. 

Las Bandeiras fueron los primeros intentos de explorar el sertao pero, aunque altamente eficaces a veces, sólo constituyeron movimientos relámpago, efímeras expansiones hacia el Oeste . Hoy, al tratarse de un recurso histórico que cimienta la conciencia territorial de los brasileños, asumen una visibilidad, y merecida, mayor a la importancia o resonancia que tuvieron entonces.

Es con el surgimiento de las Minas Generales, en el siglo XVIII que comienza la integración territorial del Brasil interior. Este capítulo comenzó de la mano de otro tipo de expediciones puntuales, las Monzonas (as Monçoes). En su texto de la Historia Geral de Civilizaçao Brasileira, el historiador Sérgio Buárque de Holanda logra situarnos en las canoas que por los grandes ríos condujeron  a los exploradores hacia la región del actual Estado de Minas Gerais. Allí se descubrieron los yacimientos de oro y piedras preciosas que los portugueses ansiaban encontrar en su América desde que los Españoles habían dado noticia del Cerro de Potosí. 

Daus ha explicado los matices entre las zonas centrales y cosmopolitas y aquellas algo más retiradas, portadoras de los rasgos culturales más propios. El Estado de Minas Gerais nos muestra el Brasil íntimo, el que, plenamente inserto en la gran expansión económica, trae intacto su vínculo con el pasado. Es el Brasil en su personalidad más propia. Por supuesto, sin atribuir , al resaltarlo, a este Estado, como siempre al analizar grandes países, un carácter de referencia obligada o meta cultural ideal.

Por supuesto, también en Río y en San Pablo están las marcas culturales vivas que lega el tiempo, pero en ellas deben hallarse de entre las que deja la globalización económica y la construcción del discurso turístico. Entre los intentos de la primera por transformarse en una versión tropical de la torre Eiffel , y la insistencia de la otra en compararse con Nueva York , no siempre es fácil el acceso al Brasil de los brasileños existente en ambas capitales. Ese follaje seco está ausente en Minas Gerais y puede experimentarse allí más intensamente el contacto con lo espontáneamente auténtico. Ha sido inteligente que nuestra selección de fútbol fuera alojada en Belo Horizonte, capital de Minas. Para una Argentina saturada con arena carioca, nunca una mejor oportunidad para mostrar otra cara del país.

En su canción Seio de Minas, la cantante Paula Fernandes dice "Soy hija de los montes y de los caminos reales", uniendo el paisaje y la historia . Con sólo una guitarra, esta hermosa mineira transmite con su voz el  apego a la tierra de quien se sabe heredero de mucho. La sencillez de la melodía ilustra la calma de una postal de inmóviles serranías, las mismas que encontraron los expedicionarios de las Monçoes. Ese sentido de pertenencia, a un presente no sólo inmediato, sino que se extiende igualmente hacia los siglos inmóviles, es el rasgo cultural brasileño que más claramente puede advertirse en Minas Gerais.

Marcelo E. Lascano Kezic. 

viernes, 13 de junio de 2014

Brasil y el triunfalismo - 2009

Artículo publicado en 2009, escrito por el ex presidente del Uruguay, Julio María Sanguinetti



Brasil está de moda, y existen buenas razones para ello. Ha aumentado su ritmo de crecimiento económico (de 2,7 en 1984/2003 a 4,6 en 2004/2008); su estabilidad política es incuestionable; Lula goza de una enorme popularidad dentro del país y fuera de él; ha encontrado enormes reservas petroleras y pagó totalmente su deuda externa. Hasta su seleccionado de fútbol vuelve a pasearse orondo por los campos de juego sudamericanos. Barack Obama ha indicado claramente que su interlocutor regional es Brasil, y el acuerdo estratégico-militar con Francia pretende ser la consagración de un liderazgo asentado también en la fuerza, como históricamente ha sido.
En julio, aun con incertidumbres mayores por la crisis mundial, el presidente Lula, al recibir a los representantes de la General Motors, expresó: "Es inconmensurable el orgullo de ser brasileño en un momento en que percibimos que las empresas en Brasil están mejor que sus matrices en los países desarrollados". En el colmo del entusiasmo, profetizó que en diez años Brasil será la quinta potencia económica del mundo, y no la octava, como es hoy. No falta entusiasmo, como se ve, ni sueño de potencia, tal cual dice su tradición.
El petróleo ha encendido siempre el nacionalismo brasileño, hasta tal punto que el escritor Monteiro Lobato se fundió y terminó preso por haber defendido su explotación estatal.
Sin olvidar a Getulio Vargas, que hizo del tema la máxima exaltación patriótica. Su eslogan O petróleo é nosso está en el imaginario colectivo, hasta el extremo de que nadie habló jamás de privatizar Petrobras, aun en tiempos en los que se vendía la mayor empresa brasileña, la minera Vale do Rio Doce, que una vez que salió del Estado multiplicó su producción y sus ganancias por veinte.
Detrás de ese brillo, no todo lo que reluce es oro. Las exportaciones crecen, pero se hace todo lo posible por frenar las importaciones; se producen aviones, pero el país vive en un caos aeronáutico; existen partidos políticos estables, pero el clientelismo y la corrupción campean. En el plano de la integración, el Mercosur está absolutamente estancado y no va para ningún lado; ni se han logrado acuerdos externos ni se ha mejorado en la coordinación macroeconómica. Los fallos de los tribunales se cumplen caprichosamente, y el conflicto diplomático entre la Argentina y Uruguay testimonia inequívocamente que el socio mayoritario no ejerce el poder moderador que le impone su condición. Es entristecedor que dos países tan vecinos que nadie de afuera puede distinguir a los ciudadanos de un lado y del otro del Plata esperen la resolución de sus diferencias en un tribunal, en La Haya.
La Unasur, creación de la diplomacia brasileña, tampoco se ve mejor. Las recientes reuniones de presidentes y ministros parecieron un reñidero de gallos. En ellas, no surgieron las instancias de diálogo y resolución pacífica de las situaciones. La tirantez de Colombia con Venezuela y Ecuador no cede, especialmente por el retintín constante de un presidente venezolano que no para de agredir y amenazar, sin que nadie le ponga el cascabel al gato.
Esta es la región de Brasil, donde se supone que ejerce su influencia, donde su papel de líder debería expresarse del modo más claro. Los hechos no muestran que en ese ámbito haya una correspondencia con lo que parece reconocerse afuera, por lo menos en la literatura diplomática.
El episodio de Honduras lo exhibe a Brasil como protagonista en un escenario que no es su ámbito natural. Justamente, es una zona que el Unasur despreció y sobre la cual hoy, al parecer, todos quieren influir, impulsados por la pobreza de Honduras. Si allí mediaran intereses económicos o estratégicos mayores, no estarían todos tan empeñados en golpearse el pecho, invocando una democracia principista que no reconoce realidades. Desgraciadamente, como escribió Moisés Naim al principio del conflicto, se está entre hipócritas e ineptos, porque el depuesto Zelaya, violando la Constitución, intentaba una reforma en su favor, del mismo modo que el Parlamento y la Justicia, unidos en su cuestionamiento del intento presidencial, no encontraron mejor método para detenerlo que llamar al ejército y deportarlo en pijama. Fervorosamente, todos deseamos que se pacifique Honduras y que la gente elija a quien quiera elegir, pero que elija libremente. ¿La presencia de Brasil es una ayuda a esa paz deseada?
El hecho es que este Brasil eufórico se ha lanzado también a una formidable inversión militar, de 12.000 millones de dólares, que incluye cuatro submarinos, uno de ellos nuclear, 50 helicópteros y 36 cazabombarderos, todo como parte de una alianza estratégica con Francia. En ese marco, los emprendimientos comunes permitirían una superación tecnológica de la ya importante industria brasileña de armamentos.
No discutimos la necesidad de Brasil, con esa enorme costa, de poseer una fuerza con capacidad para ejercer un control efectivo de su territorio marítimo. Es lógico. El antimilitarismo simplista que suele cultivar el progresismo latinoamericano (salvo cuando es gobierno, momento en que cambia de bando) no tiene sustento. Los Estados deben tener la capacidad de defenderse. Eso es lógico. Lo que no lo es, en cambio, es el doble estándar de que algunas alianzas militares (como la de Colombia y EE.UU., que lleva años) produzcan estertores de críticas, mientras que otras (como la de Brasil con Francia) pasen inadvertidas. Se dirá, con razón, que son situaciones distintas. Y lo son. Pero mientras que Colombia vive en guerra, Brasil está en paz con todos sus vecinos y no tendría necesidad de escuadrillas de ataque.
En cualquier caso, lo que debe señalarse es que para construir un liderazgo no alcanzan los cazabombarderos ni los submarinos nucleares. Para empezar, hay que ser un socio generoso con los vecinos. El remanente proteccionista que subsiste en Brasil, aun para la región, es incompatible con una integración que nos proyecte a todos hacia el mundo global. La estrategia internacional no puede llevarse adelante sin los socios, y las inversiones extranjeras deberían, razonablemente, distribuirse.
Cuando un país es grande, no puede ni debe alardear. Ojalá Brasil llegue a ser la quinta potencia mundial. Es nuestro vecino y amigo, y su prosperidad también es la nuestra. Pero, como otras veces en su historia, la exaltación patriotera y chauvinista no lo ayudará en ese propósito. Porque alentará a los socios a seguir buscando alianzas más allá del barrio, como ya lo hace Colombia

miércoles, 12 de marzo de 2014

Europa y la situación en Crimea

Me toca estar en Inglaterra cuando Rusia dispone de medidas para asegurar sus intereses en Crimea, luego del cambio de orientación del gobierno de Ucrania, ahora hacia la Unión Europea. La apuesta de Ucrania no parece sólida con una europa políticamente secundaria a nivel mundial. Un ex embajador británico en Moscú escribió recientemente que debe comprenderse el significado de Ucrania para Rusia, afirmación que ha refrendado Henry Kissinger, irrumpiendo en escena desde su retiro.
Este episodio permite en mi opinión comprender qué rol potencial puede jugar Europa, en un mundo cuyo centro económico se ha trasladado por completo hacia el pacífico: con centro en estados unidos y piezas en Asia, el epicentro de las relaciones internacionales actual no incluye al viejo mundo, remarcando al mismo tiempo su resecamiento, en comparación con prolíficos tiempos pasados. Pero la opacidad actual europea, en medio de los gigantismos del comercio y las finanzas, no debe hacernos pasar por alto su reserva estratégica. En efecto, Europa posee la cultura, tan importante como para merecer estar bajo control, aún en plena apología de la tecnología. El viejo continente es, entonces un actor inactivo, pero no muerto. Y lo que está sucediendo en Crimea lo prueba: todos los argumentos que asisten la posición Rusa surgen de la historia y la cultura.
Cabe delimitar en qué escenario se mueve Rusia, así como quienes impulsaron el cambio político en Ucrania. El mundo actual fue delineado por la conclusión de la segunda guerra mundial. E Inglaterra está claramente a un lado de la línea que identificó ganadores y perdedores. La abundancia de libros sobre el tema lo comprueba, y de alguna forma emula a la numerosa bibliografía existente en los EEUU sobre la guerra de secesión. Pero Gran Bretaña no fue la protagonista de la victoria que la incluyó entre los ganadores. La última guerra que gana Londres es la primera. Los monumentos a los caídos en este conflicto están por todos lados. Cada institución tiene el suyo, indicando los nombres de los suyos que murieron pro patria, como indica alguno que ví en alguna calle. Con moderación, pero con necesaria insistencia, los documentales que veo en la TV del hotel hablan de la “Batalla por inglaterra”. Así se denomina entonces la cuota de triunfo inglesa en la segunda guerra mundial, bastante circunscripta a su propia porción en el continente y poco alusiva a la totalidad del conflicto. Las afirmaciones en primer plano llevan como sujeto a Inglaterra, pero cuando debemos encontrarlas referidas a la segunda, debemos buscarlas en los EEUU.
La Europa ganadora queda así restringida al relato en voz pasiva de la segunda guerra mundial. En contraste, la Europa que perdió puede asumir distintos matices. Tomemos a Polonia, por ejemplo. Los compatriotas de Juan Pablo II solían decir en su momento que su país había perdido la guerra dos veces. Dicha la frase, queda claro por qué. Este país, y los demás de raíz eslava de la Europa central, deben su actual libertad a la implosión de uno de los ganadores, desaparecido de la escena ya que no puede considerarse a la Rusia actual heredera de la victoria de la Unión Soviética. Y es importante señalar que nada deben a los ganadores que todavía están en pie. Amplio un poco este punto. Podría considerarse que, al menos indirectamente, los países antiguamente integrantes del pacto de Varsovia se beneficiaron de la presión de los EEUU sobre la Unión Soviética. Propongo dirimir esta cuestión mediante la evidencia que proporciona George Weigel en su libro sobre Juan Pablo Segundo, aclarando que este autor posee una visión profética sobre la existencia de su país. Este autor proporciona datos de la resistencia cultural que existió en Polonia, liderada por los Cardenales Sapieha y Wysnscki, y de la que participó Karol Woytyla. Profundizando aún más, está el caso de la independencia croata, preservada de una invasión sólo mediante una guerra, raramente ocurrida en forma posterior a la extinción del mundo soviético.
Continuando el recorrido de los países que no deben su situación actual a la resolución de la segunda guerra mundial, podemos reconocer una segunda categoría en Alemania. Este país logra su unidad con la clara oposición de Inglaterra. Le tocó a Margaret Thatcher en pleno siglo XX agitar el mismo fantasma del peligro de la unidad alemana que desvelaba a Ricehlieu en pleno siglo XVII. De más está decir que la Francia de Mitterand no es la del XVII. De esto ya hace más de 20 años, y nadie ya lo contesta. Pero es sugestivo el segundo plano que, al menos hasta ahora, ha jugado Alemania respecto a la situación de Crimea. Merkel asiste a la reunión de líderes Europeos, pero sin realizar declaraciones comprometedoras para su país. Esto podría deberse a la renuencia alemana a asumir un rol visible en la diplomacia, que han observado muchos, al menos por fuera del ordenamiento de la finanzas del continente. Sin embargo, la situación en Crimea resuena en el conjunto de la Europa central, espacio con el que Alemania ha tenido una profunda relación histórica.
La situación en Crimea puede ser la punta de un ovillo. Los cambios territoriales en un continente al que estamos acostumbrados a mirar como un museo viviente, constituyen una novedad. Sin duda, la evolución del estatus de la península no puede afectar de ninguna manera material a los Estados Unidos, ni ocupar un titular de tapa en la prensa Asiática. Pero parece ser la manifestación de nueva savia insuflada al viejo árbol europeo, sobre todo para las ramas que menos le deben al realineamiento posterior a la guerra. Al acceder en forma directa a la reacción de la prensa inglesa, es inevitable tener la sensación de que se está ante algo nuevo, para lo cual el manual del status quo no tiene una respuesta. La reacción parece ser instintiva: los rusos no pueden hacer esto. Pero la historia se mueve con códigos más elaborados. Es a lo que se dirigen las declaraciones de Kissinger y del ex embajador Inglés.

Marcelo E. Lascano

lunes, 3 de febrero de 2014

Punto de Vista

El siguiente artículo contiene valiosas observaciones que tocan el siempre recurrente problema de la innovación, los recursos humanos calificados con los que cuenta la Argentina, y la información que, sobre estos dos temas, reflejan las estadísticas industriales. Me recuerda a un estudio del CONICET que identificó que durante los últimos 15 años la asistencia del gobierno federal a proyectos de innovación en maquinaria agrícola apenas superó los US$ 100 millones. 



En una de las últimas emisiones del programa “6-7-8″, Roberto Felleti, economista y diputado oficialista, dedicó buena parte de su intervención a atacar el señalamiento del periodista Ismael Bermúdez acerca de que la industria automotriz en Argentina es una armaduría de partes extranjeras. Los punteros oficialistas están lanzados a una campaña contra Bermúdez y Altamira, con falsificaciones y arbitrariedades. Les preocupa menos el Club de París o los especuladores que se quedan con el patrimonio de la Anses. Después de batir el parche acerca de que la emisión de moneda para pagar la deuda externa y los subsidios a los capitalistas, no es inflacionaria, y que quienes afirman lo contrario son indiscriminadamente ‘neoliberales’, se han llamado a silencio ante la brutalidad de la suba de las tasas de interés del Banco Central para absorber moneda en circulación, a cambio de un beneficio usurario monumental para los bancos.

Quien esto escribe, en columnas en Perfil y Clarín, y Bermúdez, en Mitre, coincidieron en caracterizar que la industria automotriz y la electrónica son armadurías o ensambladoras de partes importadas, que dejan un balance negativo de divisas, que se agravará considerablemente como consecuencia de la mega devaluación. La participación de autopartes producidas en el país no llega al 25%. El déficit de balanza comercial de la industria llegó a los 35.000 millones de dólares en 2013. Felleti acusó a Bermúdez de pretender el desmantelamiento de estas industrias, para que el excedente comercial de la soja quede en manos de la oligarquía agrario-cerealera. Es claro que, para Felleti, ese excedente de divisas (una vez remuneradas las sojeras y las cerealeras) debe ir a manos de GM, Fiat, VW, Ford, Renault o Toyota. Ocurre que, precisamente, debido, entre otros factores, a esta transferencia parasitaria de divisas, el gobierno ha procedido a una megadevaluación del peso, que ya es del 40%, lo cual significa una desvalorización equivalente del patrimonio nacional, en especial de la fuerza de trabajo (y los jubilados).

La apología de la maquila industrial, asocia a Felleti al desarrollismo de Frondizi-Frigerio-Alsogaray-Martínez de Hoz (1959-1962), una cría de ‘Libertadora’, cuya seudoindustrialización provocó, en solamente dos años, una grave crisis de balance de pagos, debido al déficit comercial, el pago de regalías y la remisión de utilidades al exterior. Estas crisis produjeron, a su vez, despidos y un aumento tendencial de la tasa de desocupación. El parasitismo de los regímenes de subsidio a la electrónica y productos digitales fue denunciado hasta por Horacio Verbitsky; la industria automotriz ha recibido del gobierno K adelantos de capital y el pago de la mitad de los salarios. La burguesía nativa y sus representantes políticos e intelectuales han sido incapaces de formular una vía para industrializar a Argentina. Por eso ocultan que la megadevaluación acentuará el desequilibrio comercial o, en su defecto, desatará despidos masivos en la industria.

El armado de partes, maquila, es el método de superexplotación nacional que el capital internacional ha impuesto a numerosos países periféricos, como ocurre con México, Centroamérica y Asia. Es precisamente la ‘tercerización’ industrial del capitalismo ‘neoliberal’.

La posición de Felleti es tan grosera, que desmiente a su tutor, Aldo Ferrer: “La causa principal de la restricción externa, dice Ferrer (BAE, 23/1), es la creciente brecha en el comercio internacional de manufacturas (…), particularmente (sic) en las autopartes, el complejo electrónico, los bienes de capital y el sector químico”. Ferrer destaca “la subindustrialización y la débil participación en el proceso innovativo de la industria argentina”. El lamento de Ferrer es tardío, incluso porque ya hacía de las suyas como ‘joven frondicista’.


El ataque de Felleti y los punteros televisivos K es, de todos modos, una maniobra de distracción. Estos energúmenos han salido a defender el ajuste, la mega devaluación, las tasas de interés usurarias, el entreguismo a las petroleras y el sometimiento a los usureros internacionales, que cobrarán 4.000 millones de dólares en 2014 por la reestructuración ruinosa de la deuda externa por parte de Kirchner-Lavagna-Nielsen, y por la falsificación de las estadísticas de producto interno bruto.

Por Jorge Altamira, publicado por InfoBAE, 31/01/14

miércoles, 29 de enero de 2014

La Argentina y China, un espacio de reflexión poco explorado

En los ùltimos diez años la polìtica exterior de nuestro paìs ha pegado un giro hacia China. Esto ha ocurrido en forma imperceptible o, mejor dicho, no verbalizada. Las exportaciones de soja han ido fijando, sin palabras, nuestra diplomacia. Aquì hay un raro alineamiento entre los sectores agrícolas, que hace muchos años vienen hablando de Asia, el modelo polìtico basado en el gasto pùblico, y cierta forma de concebir nuestra relaciones internacionales sobre la base de lo alternativo, llámese tercera posiciòn, o aislacionismo respecto a los principales potencias y sus relaciones internacionales.  

La rara coincidencia entre las nociones generales que el sector agrìcola tiene sobre su potencial, pensado sobre la base de Asia, y nuestra dirigencia, siempre en busca de una tercera vìa, muestra el punto hasta el cual la orientación hacia China carece fundamentaciòn o discusión, al menos explícita, política o académica, económica o cultural. Sòlo de esta forma pueden estar de acuerdo  ambos actores mencionados, inconciliables en todos los demás planos. Sobre todo, debe tenerse en cuenta que tampoco se ha puesto el tema al nivel de los compromisos entre ambos paìses. Dos aspectos, al menos, pueden tenerse en cuenta para comenzar a evaluar què relaciòn puede construir la Argentina con China.

El primero ha sido abordado por Eugenio Dìaz Bonilla en un artículo publicado recientemente en la revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas, en el que analiza una de las nociones frecuentemente mencionadas por productores y representantes del sector agrìcola: aquella surgida de una aritmètica poco amiga de los datos reales, en la que China por ser el paìs màs poblado resulta ser un demandante incontenible de alimentos presa de su propio tamaño. El concepto presupone un esquema automàticamente facilitador de nuestras exportaciones, sin ninguna constraprestaciòn de nuestra parte. Dìaz Bonilla siembra valiosos datos que muestran las exportaciones de alimentos de la propia China en aumento. Aùn para quien no busque una respuesta concluyente, este artìculo es importante porque muestra la dificultad de partir de un lugar comùn en este tema, y de una suerte de comercio exterior pasivo, fàcil: vendrán a buscarnos.

El segundo, creo yo el más importante, lo ha enunciado recientemente un geògrafo francés, cuya posición en el ranking galo de mis colegas desconozco, pero bien podrìa hacerlo acreedor de un ascenso de varios puestos, por la lucidez de sus observaciones. Guillaume Giror, de la universidad de Orleans es especialista en China, y  opina sin las restricciones que pueden moderar la honestidad de los observadores originarios de países mucho más involucrados comercialmente con China. El devenir de la historia no pasa sòlo, o no pasa, por el éxito económico, y las siguientes palabras no solo evalúan tres décadas de apertura en China, si no las posibilidades de este paìs durante los próximos años o, digamos, en el mediano plazo, de continuar avanzando sobre la base de un modelo exclusivamente económico:

"(...) La polìtica de reforma y de apertura concebida como instrumento de reestablecimiento de la potencia económica al servicio de un objetivo más amplio y ambicioso, el renacimiento de la civilización china, no le ha permitido aun a China asegurar un leadership mundial incontestado, ni canalizar valores universales suceptibles de conllevar realmente la adhesión de otros pueblos, esto es, un elemento escencial para el soft power. Adicionalmente, las bases de la potencia económica china aùn son tradicionales y no le permiten a China todavìa disponer de un liderazgo tecnológico en relación con el tamaño considerable de su PBI. La potencia de China se apoya sobre una estrategia mercantilista de acumulación de divisas, y la reciente desaceleración del crecimiento del PBI chino que siguió a la crisis de los países ricos tiende a desmentir la "teoría del desacomplamiento", según la cual China puede desarrollarse siguiendo un modelo endógeno alimentado por el mercado interno y no las exportaciones. Ademàs, el crecimiento de China reposa en gran medida sobre una estimulación parcialmente de tipo político, sobre la base de grandes obras públicas cuyo costo ecológico la sociedad está cada vez menos dispuesta a admitir"

Ver; 
Giror, G. 2013. Comprendre la China aujourd`hui. La Geographie 1550, 10-15.
Díaz Bonilla, E. 2013. La Argentina y el comercio agroalimentario mundial. Perspectivas Revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Buenos Aires 5, 64-110.

Marcelo E. Lascano