Ante el reclamo por una racionalización de Malvinas
Marcelo E. Lascano
En los últimos años se han escuchado a varias personas del escenario público relativizar la soberanía del país sobre Malvinas o el Atlántico sur. Lo llamativo es que estas declaraciones las han realizado personas de ámbitos diferentes, de edades diferentes. Es presumible entonces entonces la existencia de una una causa, un factor que produce ese cuestionamiento, espontáneamente diseminado, a la importancia que el país da a la disputa territorial. Creo que vale la pena intentar establecer un puente con quienes ven en Malvinas un consigna discursiva con pocos motivos para ser aceptada. Es cierto que el tema debe asumir un formato màs racional.
A pesar de que en su momento expresó unidad, la plaza de mayo de 1982 rebosante de manifestantes con Galtieri en el balcón es probablemente el perfecto opuesto a una necesaria reflexión sobre nuestra integridad territorial. La cuestión Malvinas-Atlántico Sur parece haber quedado presa de ese mar de fervor. A casi 40 años de sucedida, la recuperación de las islas no fue seguida de una difusión de la prolongada historia territorial, rioplatense primero y argentina después, en aquellos rincones tan lejanos del globo. Las islas no integran nuestra geografía por “estar cerca”, sino porque parte de nuestras circunstancias como sociedad han ocurrido allí. Lo mismo sucede con el Sector Antártico.
Sin embargo, las Malvinas parecen constituir sólo un capital emocional. Una pasión, un sentimiento. Quizàs lo son también. Muchas personas transitan màs cómodamente esos planos. Es màs, no puede pedirse a todos erudición y precisión acadèmica.
Pero tampoco en ámbitos intelectuales parece existir conocimiento de nuestra historia territorial. Valiosísimas investigaciones como la Historia hispànica de Malvinas de Laurío Destéfani permanecen no sólo sin reeditar después de 1982, sino desconocidas, nunca citadas. Esto por dar un ejemplo.
Asì, entonces, como es comprensible que muchos entiendan Malvinas casi como si fuera una preferencia deportiva, lo es también que muchos demanden una estructuración racional del problema. Es difícil, o imposible, señalar un libro que presente de forma ordenada los aspectos históricos y los jurídicos de los que surge la soberanía. Las obras que se aproximan a ese propósito, además de no encontrarse en venta, son de hace décadas y previas a hallazgos historiográficos sustantivos. No existen tampoco en las universidades cátedras sobre el tema, y en este plano la responsabilidad cae sobre todo sobre las numerosas carreras de geografía que se dictan en todo el país. Sin esta existencia académica es difícil que una explicación sistemática tenga vigencia cultural, sea en círculos intelectuales o en la educación.
Si bastase con una muestra, podemos mencionar que el establecimiento de nuestros antepasados en Malvinas se produce en 1767, de forma pacífica, en los márgenes del mundo, y en un momento de expansión económica. Nuestra soberanía en el Atlántico Sur es añeja pero sobre todo, sustantiva, no constituye una práctica simbólica cartográfica. Y como si fuera poco, es anterior a la invención del futbol, de la copa Davis, y de tu banda favorita.