A partir de la nota publicada en el diario "La Nación" sobre
la representación del territorio argentino, es interesante traer a la memoria
el origen y las características asociadas al Sector Antártico.
La cartografía
es una construcción semiótica, y su uso sin respaldo en los significados
históricos puede dar lugar a intepretaciones simplistas (“cuál es la provincia
más grande”), más dignas de un concurso de preguntas y respuestas que de la
diplomacia compleja existente en torno al continente blanco. La soberanía y los
intereses argentinos en la Antártida asumen diferentes facetas, una de las
cuales, entre otras, es la territorial. El reclamo territorial tiene su origen
en la presencia histórica, de los Rioplatenses del Virreynato primero, y de los
argentinos posteriormente. El llamado Memorial Quesada, remitido a fines del
siglo XIX por Ernesto Quesada al Gobierno de los EE.UU., reproducido por
Ernesto Fitte en uno de sus libros, compila las actuaciones de control de caza
de focas y pesca. Esta actividad fiscalizadora fue continua durante más de 50
años, y abarcó todo el Atlántico Sur, no sólo las islas Malvinas y otras
subantárticas. Fue el Río de la Plata, a fines del siglo XVIII quien tomó la
iniciativa de introducir medidas de conservación y manejo sostenible de los
recursos naturales, que fueron adoptadas, mucho después pilares del Sistema del
Tratado Antártico. La expulsión de Malvinas en 1833 se debió a estas medidas de
control.
Posteriormente, durante la presidencia del Grl. Roca, la Argentina
retoma su presencia, ahora en forma permanente, con al establecimiento de la
Base Orcadas. Carlos Ibarguren, entonces asistente en el Ministerio de
Agricultura de la nación, fue quien gestionó la recepción de las instalaciones
de la expedición de William Bruce. Este destacado autor relata en forma
minuciosa el episodio, en su clásica “La historia que he vivido”. Puede
agregarse que Juan Carlos Puig funda en todos estos antecedentes el planteo de
su libro “La Antártida Argentina ante el derecho”. Finalmente, la determinación
de sectores surge de la configuración de las soberanías en el Ártico.
Australia, Chile, y Gran Bretaña, también delimitan de esta forma sus intereses
en el continente blanco, lo cual puede verificarse en numerosos documentos
oficiales disponibles on-line.
Además de emitir la cartografía oficial, el Instituto Geográfico
Nacional puede dar un paso más y tomar contacto con los entes correspondientes,
como la Dirección Nacional del Antártico, para asesorarse respecto a los
instrumentos legales que están por detrás de algunas zonas especiales de la
geografía argentina. Una herramienta como el mapa bicontinental podrá
enriquecer aún más la explicación de nuestro territorio si es acompañada con
los contenidos y significados correspondientes.
Marcelo E. Lascano
Febrero 2015.
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