lunes, 31 de enero de 2011

Nueva...¿qué?

Carlos Larraín ante todo puede caracterizarse como un tipo con quien dan ganas sentarse a tomar una cerveza y comer una buena picada... personaje de buen humor, preludio de la inteligencia...el artículo fue publicado en Chile hace algunas semanas, pero su validez supera las circunstancias de ese país


Por estos días se habla de la reformulación de ideas políticas. Desde la izquierda simplemente lo han hecho sin anuncio; no hacía falta, porque la extensa influencia del marxismo teórico y práctico literalmente se desplomó. Atrás quedaron la vía armada, el desprecio por las instituciones "burguesas" (Parlamento, tribunales y Fuerzas Armadas), las loas a Stalin, la confianza en la inevitable evolución de la infraestructura económica. La izquierda aparece sumada a la economía de mercado, a las elecciones periódicas y a la exaltación de ciertas formas de libertad bajo el lema "La economía para los burgueses, la cultura para nosotros". ¡Esa sí que fue voltereta!

En cambio, los partidos que van desde el centro a la derecha (DC, PR, RN y UDI) no tuvieron que sufrir ningún cataclismo. Simplemente fueron adaptando y revitalizando lo sostenido por décadas, aunque con énfasis variables: republicanismo; primacía de la persona sobre el Estado (la sociedad existe para la persona y no al revés); intervención estatal en pro de la justicia y bien común; honradez en los negocios públicos y privados; respeto por la vida y protección de la institución familiar basada en el matrimonio. Todo esto iluminado por la idea de la libertad, pero en sus aplicaciones reales: nacer, estudiar, trabajar, formar familia, asociarse, rezar, pensar, enseñar, hablar, escribir y votar. Particularmente en la derecha siempre hemos sabido distinguir entre la coacción y la conducta virtuosa, y por eso no confiamos tanto en los resortes del poder.

Quienes trabajan en política deben formular sus ideas todos los días para hacerlas comprensibles a fin de que muchos adhieran a ellas sin obcecación ideológica. Ahora bien, para expresar ese ideario, hacerlo inteligible y persuadir, hay que conocer primero esas grandes afirmaciones. Sólo así se podrá lanzar una política de alto vuelo. Siempre habrá que conocer lo probado para discernir lo nuevo y valioso.

¿Neoliberalismo en aprietos?

Guy Sorman, a quien pude escuchar en otras visitas, está muy marcado por su admiración liberal por el capitalismo sin trabas morales ni sociales. Viene de una cultura secularizada y cuestionada por la realidad desde varios ángulos. En Occidente la comunidad está hecha trizas y el Estado hinchado a expensas de ella. Pobre resultado para los que tanto dicen velar por la autonomía individual creyendo que ha ocurrido un desenlace neoliberal.

Para aquilatar el aporte de esta tendencia, ¿duda alguien de que Europa, a pesar de la prosperidad, a ratos esquiva, manifiesta altísimos índices de infelicidad? En Inglaterra, la vida promedio en ciertos lugares es inferior a la del Yemen debido a la violencia criminal, y el 50% más pobre redujo a una duodécima parte su participación en el capital distinto al inmobiliario entre los años 1976 y 2003. En Europa, divorcio, altísimas tasas de nacimientos fuera del matrimonio y, como si fuera poco, un aborto que campea, acelerando el desplome poblacional y su lógica contrapartida, la inmigración, tan súbita y numerosa que distorsiona el aporte que pudo traer.

¿El comentario atribuido a Guy Sorman implica rechazar sólo el cristianismo o es también rechazo a la presencia de cualquier factor religioso en la plaza pública? Si fuera así, quedaría la razón como principio de orden, y eso ya es algo en tiempos de irracionalidad descarada. Sin embargo, para la humanidad corriente la razón va de la mano de la religión, cualquiera sea. Esto es cierto para judíos, cristianos y musulmanes. La razón emancipada ha producido estragos espantosos: el comunismo, el nazismo, y hasta la destrucción de Hiroshima y Nagasaki en la agonía del Japón.

Todavía no hay que confundir las grandes ideas en que se basa el modo de vida occidental con las políticas concretas que dichas ideas puedan inspirar, ni menos con la aparición tan prematura de presidenciables cuando aún no pasan ocho meses del nuevo gobierno.

Publicado el 19 de noviembre de 2010 en "El Mercurio"

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