lunes, 29 de agosto de 2011

Irazusta - La Política cenicienta del espíritu

 En este trabajo, el autor explica el fenómeno político a través de un enfoque inspirado en la filosofía tradicional, actualizada desde Platón y Aristóteles con los eslabones que se han ido agregando durante los veinticinco siglos siguientes. Nada quedó afuera. Cuestiona “el racionalismo ideológico”, porque todos los esquemas rígidos tienden a “desaprovechar las experiencias prácticas” que siempre actualizan, en direcciones razonables, el quehacer político en cada circunstancia. No propicia un enfoque inmodificable sino flexible, “deducible de la experiencia nacional”. El estudio realza la jerarquía de la “prudencia” como reaseguro contra las improvisaciones.

 Si se llegara a pensar en un enfoque conservador, irreductible, se incurriría en error, según puede deducirse de las explicaciones históricas que ilustran abundantemente la evolución de gobiernos y sistemas, sean monarquías, repúblicas, totalitarismos y regímenes de filiación marxista. Con Burke podríamos decir algo parecido a lo que se deduce del pensamiento evolucionista irazustiano. La recomendación “Conservar Reformando” de aquél, parece un criterio enriquecedor que, además, sirve para amortiguar o neutralizar improvisaciones de alto voltaje y riesgosas consecuencias.

En esa inteligencia, el autor subraya y lo confirma históricamente, la “inexistencia de un modelo universal”, vale decir, apto para cualquier circunstancia de tiempo y de lugar. Luego, “los intentos de adoptar modelos, al margen de idiosincrasias y valores culturales”, a su juicio, terminan en onerosas frustraciones que para peor, dificultan encarar procesos de recuperación rápidos y exitosos. Uno de los requisitos que asegura el éxito político duradero, con independencia de fórmulas invariables, permite deducir un binomio fácil de entender: “conducciones aptas que, además, deben responder a los requerimientos de cada particular momento”.

A partir de esa idea aparece otra observación propia. Subraya el valor de la “prudencia” y afirma que no es necesaria sabiduría, sino una “voluntad esclarecida”. Es que la inteligencia es para conocer y bienvenida, pero la voluntad es para obrar, y si la política es recta acción dirigida al servicio y bienestar de la  sociedad, se entiende la diferencia. La solidez y duración del sistema político en definitiva descansa en “la acumulación duradera de aciertos”. De allí que “son las experiencias afortunadas junto con tradiciones arraigadas”, los factores que enriquecen y extienden el encumbramiento de las naciones. Esta observación es válida para diferentes regímenes con prescindencia de los tiempos, como lo demuestran algunos giros copernicanos decididos por políticos esclarecidos, tal el caso de la nueva política económica identificada con Lenin en 1922, concebida, precisamente, para superar una crisis impredecible como consecuencia de la fractura y deposición del régimen zarista en octubre de 1917 y con fuerte arraigo en la identidad nacional rusa.

Cuando las “circunstancias históricas felices” tienden a “volverse rutinas”, entonces para nuestro autor irrumpe una suerte de “sistema colectivo”, por supuesto evolutivo y en un buen y apropiado sendero que no sólo instala la concordia, que no significa ausencia de conflictos, arbitrajes pacíficos mediante, sino también equilibrios indispensables para el progreso. En el Capítulo X, Corolarios, nuestro autor examina con excepcional rigor y generosa bibliografía las experiencias más aleccionadoras que le han servido para sentar las bases inspiradoras del libro y, hasta llega a explicar entretelones de la segunda guerra mundial que permiten enterarse, por ejemplo, de aspectos estratégicos del ingreso oportuno de los EEUU en el conflicto y de la alianza con Rusia para derrocar al régimen nazi, cuya competencia económica y potencialidad científica parecían a la sazón temibles y  amenazantes para la actual superpotencia.   

En conclusión, una obra tan inspiradora como necesaria para internarse en los meandros de la política y acceder a las reglas prácticas que parecen permanentes para afirmar el encumbramiento de las naciones. Es innecesario destacar que a lo largo de este trabajo siempre aparece, aunque implícitamente, la imagen de nuestra Argentina poco favorecida por el abuso de las transgresiones y la negación práctica de lo que en el libro se destaca como condición para generar aciertos duraderos.

Por Marcelo R. Lascano

"La Política ceniciente del espíritu" de Julio Irazusta ha sido recientemente reeditado por el Fondo Nacional de las Arte

No hay comentarios:

Publicar un comentario